Lluvias intensas, problema global que repercute en el país

SANTO DOMINGO. – Las lluvias ya no se comportan como antes. En cuestión de horas, caen cantidades de agua que anteriormente se repartían en semanas, provocando inundaciones súbitas ocurridas en noviembre de 2022 y del 2023 y otros eventos recientes.
Este fenómeno, que se repite desde Estados Unidos hasta Europa y el Caribe, evidencia un cambio drástico en el ciclo del agua. Y según el ambientalista y máster en contaminación ambiental Víctor de los Santos, la ciencia tiene una clara explicación: el calentamiento global está detrás de estas lluvias extremas.
En un artículo titulado ¿Por qué se están alterando las lluvias en todo el mundo?, De los Santos detalla cómo el aumento de la temperatura media del planeta, causado por la actividad humana, ha modificado la capacidad de la atmósfera para retener humedad.

“Por cada grado Celsius que sube la temperatura, el aire puede contener hasta un 7 % más de vapor de agua”, explica. Este exceso de humedad termina descargándose de forma repentina y violenta, con lluvias que en una sola noche pueden equivaler a toda una temporada.
El experto señala que este patrón ya es evidente en varias regiones de República Dominicana, como Puerto Plata, Moca, el Gran Santo Domingo y otras zonas que han experimentado tormentas repentinas, dejando a su paso inundaciones, colapso de infraestructuras y desplazamientos forzados.
“No son simples coincidencias, sino manifestaciones claras de una alteración profunda del ciclo global de las precipitaciones”, sostiene.
Cambios atmosféricos agravantes
Pero no es solo la temperatura lo que está en juego. De los Santos explica que otros elementos del sistema climático global también se han alterado.
Las corrientes de viento que normalmente mueven los sistemas de lluvia, como el jet stream, se han vuelto más lentas y erráticas, provocando que algunas tormentas se queden “estacionadas” sobre una misma zona durante largos periodos, aumentando el potencial destructivo.
Asimismo, fenómenos climáticos como El Niño y La Niña, que afectan directamente al Caribe y América Latina, están mostrando comportamientos inusuales.
Esto ha incrementado la frecuencia de extremos climáticos, con periodos alternados de sequías prolongadas y lluvias intensas.
Ciudades cada vez más vulnerables
Las consecuencias son particularmente graves en áreas urbanas, donde el crecimiento desordenado y la falta de planificación agravan el impacto de estas lluvias extremas.
Ciudades como Santo Domingo, Santiago y La Vega enfrentan un riesgo mayor debido a sus superficies impermeables (calles, techos, aceras), que impiden la infiltración del agua y aumentan la velocidad del escurrimiento superficial.
“El agua no tiene por dónde filtrar, corre rápido, colapsa los sistemas de drenaje, desborda cañadas y provoca inundaciones violentas”, advierte De los Santos.
A eso se suma la deforestación en las zonas altas, la ocupación de terrenos vulnerables y la ausencia de políticas sostenibles de uso del suelo.
Las advertencias del IPCC
El ambientalista retoma las conclusiones del más reciente informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), que proyecta un aumento sostenido de los eventos de lluvias extremas si no se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero. Entre los efectos más preocupantes, el informe anticipa:
- Mayor frecuencia e intensidad de las inundaciones.
- Sequías más prolongadas entre lluvias intensas.
- Desigualdad creciente en la distribución del agua entre regiones.
Un llamado a la acción desde lo local
Para Víctor de los Santos, República Dominicana debe asumir este reto con responsabilidad y visión de futuro.
“Nuestro país es altamente vulnerable. Cada vez que ocurre un evento de lluvia extrema, hay comunidades incomunicadas, cultivos arruinados y vidas en peligro”, afirma. Ante esa realidad, propone una serie de medidas concretas para adaptarse al nuevo escenario climático:
- Promover obras de infraestructura resiliente: sistemas de drenaje pluvial, embalses de retención, restauración de cuencas.
- Proteger y reforestar los ecosistemas reguladores del ciclo del agua.
- Fortalecer los sistemas de alerta temprana y la educación ambiental comunitaria.
- Apostar a una planificación urbana y rural que tome en cuenta el cambio climático.
No es solo naturaleza: es consecuencia humana
En su reflexión final, el experto enfatiza que no se trata de eventos “naturales” en sentido estricto. Las lluvias extremas, insiste, están siendo intensificadas por decisiones humanas: emisiones, deforestación, mal manejo del territorio y falta de preparación.
“El ciclo del agua está respondiendo a un planeta que hemos calentado. Comprender esto es el primer paso para proteger nuestras ciudades, campos y comunidades”, concluye De los Santos.