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Llega el día de las elecciones municipales con un inusual interés desde la alta política

Los obispos católicos adelantaron su tradicional carta pastoral por la independencia para exhortar a la población al voto.
Los obispos católicos adelantaron su tradicional carta pastoral por la independencia para exhortar a la población al voto.

Santo Domingo.-En el pasado año 2020 fueron montados tres procesos electorales en el país, uno municipal, programado para el día 16 de febrero; otro presidencial, fijado para el día 17 de mayo, y un tercero para escoger a legisladores, junto con las presidenciales.

El primero debió haber tenido lugar el tercer domingo de febrero, pero un raro percance lo afectó
La imposibilidad de poner a funcionar de manera apropiada equipos electrónicos usados en aquellas elecciones llevó a la suspensión del proceso.

Esta decisión del Pleno de la Junta Central Electoral, compuesta por Julio César Castaños Guzmán, presidente, y Roberto Saladín, Carmen Imbert, Rosario Altagracia Graciano y Henry Mejía Oviedo, miembros, fue conocida poco antes del medio día de aquel domingo de febrero.

Cuatro años después estamos de vuelta en el tercer domingo de febrero, día 18 esta vez, fecha en la que debe concluir el proceso de elección de los a veces denominados gobiernos locales.

Con el 16 de febrero y el 15 de marzo de hace cuatro años como referencia, la JCE, esta vez compuesta por Román Jáquez, presidente, y Samir Chami Isa, Dolores Fernández, Rafael Vallejo y Patricia Lorenzo, miembros, se encamina a la conclusión, impecable como sea posible, de este primer proceso del año.

Abstención fantasmal
Es comprensible que mucha gente se quedara en casa si se recuerda la combinación de temor con que fue la población a votar a mediados de marzo con una pandemia emergente y la circulación de rumores sobre la detección de casos del covid en el país, de los que se decía que estaban siendo escondidos para no perjudicar las elecciones.

De 7.5 millones de inscritos en el padrón de entonces votó poco más de la mitad, 3.6 millones (el 50.8 %) un mes después. La abstención fue de 49.2 %.

Las elecciones municipales venían de dos procesos previos en los que habían sido montadas junto con las provinciales o de legisladores desde 1996, cuando quedaron separadas de las presidenciales con la solución política de la crisis electoral de 1994, a la que se había dado una salida con la convocatoria de elecciones de presidente y vicepresidente dos años después.

En el fondo de lo que se trató fue del acortamiento del período de Joaquín Balaguer y la validación política de los períodos de legisladores, alcaldes y regidores, que volvieron a las urnas en mayo de 1998, cuatro años después.
La abstención en aquel año fue del 47 %.

En 2002 volvió a ser de 47 %; en el año 2006 fue de 41 %, y el 2010, 42 %. Aquí legisladores, alcaldes y directores gozaron de un período de seis años para volver a separarse en el 20, pero sólo las municipales, que vuelven solas por segunda ocasión consecutiva.

Si llama la atención por qué el nivel municipal fue segregado y se mantienen en una misma fecha la elección de legisladores y la presidencial, acaso pueda ayudar a entenderlo la importancia que tiene el Congreso Nacional en términos prácticos y políticos para el Poder Ejecutivo.

Ni contigo ni sin ti
El nivel municipal de elección es difuso; el presidencial concentrado, pero dispuesto al sacrificio por otro nivel también difuso, el provincial del que salen los legisladores, por los que suspira cualquier presidente.

¿Por qué es tan alta y consistente la abstención en las elecciones municipales? Veamos tres explicaciones verosímiles.

Una, el dominicano es presidencialista y elige como si estuviera escogiendo a un monarca a pesar de que se trata de una vía electoral y de una democracia. Dos, la cercanía con el alcalde o director y con los regidores o vocales no es apreciada como una relación conveniente con el poder para canalizar soluciones comunitarias.

Tres, el dominicano valora más a un ejecutivo en condiciones de tomar decisiones sobre el presupuesto general del Estado, influir mediante este instrumento sobre toda otra forma del poder y, en algunos casos, beneficiar a los particulares con un empleo público, una pensión, un negocio o un conflicto.

Desde estos puntos de vista un ejecutivo municipal puede ser auxilio o relación útil para las clases más básicas y sus integrantes se levantan ese día y votan. Las denominadas en estos tiempos clases medias, salvo algún interés particular, no entienden que vale la pena.

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Miguel Febles

Periodista. Editor en jefe.

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