Líderes políticos juntos por la migración haitiana y la soberanía

La sociedad dominicana fluctúa entre dos principales posturas frente al tema haitiano. Están los autodenominados patriotas que, como dogmáticos, profetizan el apocalipsis patriótico y sostienen que países, organismos internacionales y traidores dominicanos quieren fusionar a Haití y la República Dominicana.
Otros, sin negar la necesidad de que el gobierno regule la inmigración de extranjeros y enfrente con tino la crisis haitiana, consideran que sean feos, prietos, pobres y andrajosos, o blancos, todos los inmigrantes deben ser tratados con dignidad y el tema haitiano amerita un diálogo sincero.
Todas las posiciones deben escucharse. Estamos conscientes de que debemos conversar y llegar a acuerdos posibles en un tema crucial para nuestra supervivencia nacional.
El encuentro del pasado miércoles, de Abinader, Mejía, Fernández y Medina, constituye, pues, una loable iniciativa del presidente convocante como de los expresidentes participantes.
Aun cuando fuera convocada para que los exmandatarios recibieran informaciones sobre el caos haitiano y las estrategias gubernamentales para preservar nuestra soberanía y garantizar la seguridad nacional, dicha junta tuvo un gran significado.
Marca un hito en el liderazgo nacional y está cargado de simbolismos: los líderes muestran al país que tratar el tema haitiano y enfrentarlo seriamente es un compromiso general e independiente de la visión individual o grupal de cada uno. Rituales como estos nos acercan a lo comunitario, alejan subjetividades y comprimen egos.
Tratándose de un tema país, el encuentro indica que nadie debe estar ajeno al conocimiento, discusión y planteamiento de propuestas para indicar el mejor manejo posible de una crisis que atenta contra nuestra integridad.
Lo más emblemático: más allá del presidente Abinader dar a conocer detalles de acciones implementadas para enfrentar el problema haitiano y sus consecuencias, se produjo un diálogo productivo del cual surgieron cuatro acuerdos fundamentales que servirán de base para una política exterior y de seguridad más coherente y articulada.
En adición, constituye un espacio de mucho valor, porque marca un camino de involucramiento y compromiso ciudadano colectivo con el diestro manejo de la crisis haitiana, la inmigración ilegal, el reforzamiento de la frontera y la defensa de la soberanía nacional.
Igualmente, contribuye a fortalecer la democracia, sirve de inspiración para que, aun en medio de nuestras diferentes visiones, respetemos las opiniones de los demás y, sobre todo, seamos capaces de trabajar con sabiduría por objetivos supremos comunes.
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