El más reciente libro del legendario profesor, diplomático, y político estadounidense, Henry Kissinger, titulado “Liderazgo”, reflexiona con meridiana precisión sobre las circunstancias y acontecimientos que han marcado el rumbo de la humanidad en el último siglo.
Al establecer los ejes del liderazgo, expone: “Cualquier sociedad, con independencia de cuál sea su sistema político, se encuentra en un tránsito perpetuo entre un pasado que conforma su memoria y una visión de futuro que inspira su evolución; en ese recorrido, el liderazgo es indispensable”.
El liderazgo de hoy día se asocia a características fundamentales como la capacidad comunicativa, adaptación al cambio, compromiso, resiliencia, pasión por motivar e inspirar. El líder político y social de nuestros tiempos, reconoce el esfuerzo ajeno, escucha, comparte objetivos, genera vínculos y, esencialmente, se responsabiliza por sus aciertos y desaciertos.
Los eventos que han marcado este último lustro, ha expuesto al liderazgo mundial a constantes pruebas. Crisis sociales, pandemia, cambio climático, tensiones geopolíticas, alteraciones en el orden económico mundial, y nuevas correlaciones políticas con desenlaces electorales inesperados, han colocado a las principales economías globales en situaciones apremiantes.
De lo global o lo local
La República Dominicana, como país en vía de desarrollo, ha tenido que sortear los efectos directos y colaterales de estos fenómenos globales, antes mencionados. Luis Abinader encabeza una gestión de gobierno que, arribará en las próximas semanas, a tres años.
Este período gubernamental ha estado orientado hacia a la recuperación económica pospandémica, al combate a la pobreza, a través de estímulos alrededor de una agresiva política social, y a la procura de lograr consensos sobre temas de alto interés nacional. Esto último, siendo consustancial al liderazgo desarrollado y consolidado del presidente Abinader.
Desde el mismo 16 de agosto de 2020, y en un ambiente adverso por demás, se comenzaron a desarrollar acciones sociales que buscaba, principalmente, hacer frente a la primera pandemia de los últimos cien años, a sus implicaciones, que iban desde la fragilidad del sistema sanitario, la mitigación de las tasas de positividad y letalidad, la posterior llegada de las vacunas, hasta sobrellevar, el impacto que en materia económica había sufrido, fundamentalmente, los más vulnerables y desposeídos del país.
Como las cifras siempre resultan más elocuentes que cualquier pieza retórica, me permito compartir, con los amables lectores, algunas de las políticas que han logrado equilibrar y compensar el convulso contexto global que vivimos.
En lo social
Con el objetivo fundamental de no dejar en desamparo a los más pobres de la República Dominicana, la política de subsidios ha tenido tendencia a profundizarse en este período de gobierno. Para el año 2022, 1,543,812 familias recibieron la Transferencia Monetaria Condicionada Aliméntate (anterior Comer es Primero). Con esta disposición, se dio cumplimiento al anuncio presidencial efectuado en febrero del mismo año, de incorporar 300,000 nuevas familias en este subsidio.
El Bonogás Hogar alcanzó, en igual período, a 1,350, 563 familias. Este subsidio es para la compra de gas licuado de petróleo (GLP). Desde febrero de 2022, se duplicó la tarifa subsidiada de 228 pesos (monto establecido desde 2008) a 470; agregando a 200 mil hogares.
Con el Bonoluz, 446,083 familias han visto aumentar el subsidio. Desde abril de 2022, las tarifas se han llevado, escalonadamente, entre 651 y 673 pesos. Otros planes como el Bono Aprende ha impactado en 84,751 familias con miembros que cursan el nivel básico, y 146,901 familiares con miembros en edad escolar y que cursan el nivel secundario, recibieron el Bono Avanza.
En el más reciente informe de la Administradora de Subsidios Sociales (ADESS), se establece que, entre enero y noviembre de 2022, se entregaron aportaciones sociales por un valor superior a los 36 mil millones de pesos.
Fenómenos atmosféricos como el huracán Fiona, ocurrido en septiembre del pasado año, le supuso al Gobierno una acción rápida de acompañamiento y reconstrucción territorial. 17,748 familias recibieron un bono de emergencia por valor de 5,000 pesos.
Estas acciones, sumadas a reparaciones de viviendas, readecuaciones de caminos vecinales, cultivos, y asistencia a pequeños productores agrícolas, tuvo una inversión superior a los 15 mil millones de pesos.
El abordaje social no solo se ha manifestado a través de la modalidad de subsidio y transferencias.
La salud pública tiene un rostro más social con el impacto de Senasa, el Servicio Nacional de Salud y la red hospitalaria; Promese /Cal, y su presencia cada vez más significativa en el territorio nacional con las Farmacias del Pueblo. El Gabinete Social y el programa de capacitación 14-24.
El Plan Nacional Vivienda Familia Feliz, registró en 2022, 220,618 solicitudes, de estas 40,852 corresponden a beneficiarios del programa Supérate. Lo propio ha ocurrido desde el proyecto Comercio Solidario, una iniciativa que estimuló, solo en 2022, a 1,938 emprendedores a través de gestión comercial de artesanías y textiles.
En fin, esta multiplicidad de programas que ha puesto en marcha el Gobierno, han contribuido con el clima de progreso y de desarrollo que observa la economía dominicana.
En síntesis, nuestro país vive una transición que va desde lo institucional, hasta lo político, social y económico. Las transiciones generan cambios, y los cambios provocan resistencias.
Este cambio nos muestra renovadas formas de abordar la gestión pública, a través de la eficiencia y la transparencia en el gasto. Esta transición se vuelve irreversible.
Como bien recoge el texto de referencia de este artículo, el profesor Kissinger concluye, al hablar del liderazgo político y social, en lo siguiente: “Es el liderazgo aún más esencial durante las transiciones, cuando los valores y las instituciones pierden relevancia, y el plan esbozado para un futuro digno es objeto de disputa”.
Luis Abinader encarna ese liderazgo de transición, con sentido humano, y con visión social.
*Por Roberto Ángel Salcedo