Para entender cómo el lema “Libertad, Igualdad, Fraternidad” se volvió un símbolo de Francia y cruzó el Atlántico hay que viajar por la historia, pero un hecho reciente muestra que ese antiguo tríptico aún supone más que simples palabras.
En julio de 2018, un agricultor francés condenado por ayudar a migrantes sin papeles que entraban a su país por la frontera con Italia ganó una batalla legal clave cuando el Consejo Constitucional de Francia descartó que sus acciones fueran delito alguno.
¿El argumento?
El Consejo sostuvo que el agricultor, Cédric Herrou, se comportó con los migrantes de acuerdo al “principio de fraternidad” que consagra la Constitución francesa.
De hecho, la fraternidad junto a la libertad e igualdad figuran como un “ideal común” de Francia en el preámbulo del texto constitucional, que además en su artículo segundo define la tríada como el lema oficial de la república.
“Libertad – Igualdad – Fraternidad” también es la divisa de Haití, según el artículo cuarto de su propia Constitución.
“Una cosa son las palabras y otra la realidad. Pero la política necesita símbolos y este lema francés es simbólico: tiene una fuerza de atracción que todavía es relativamente importante”, dice el historiador francés Jean-Claude Caron a BBC Mundo.
Entonces, ¿cómo adquirió la unión de esas tres palabras el significado que mantiene hasta hoy?
Las dos primeras
Las ideas de libertad e igualdad cobraron fuerza con el movimiento de la Ilustración, que se desarrolló en Europa durante el siglo XVIII.
Claro que previamente hubo pensadores que reflexionaron al respecto.
El filósofo inglés John Locke inspiró a los protagonistas del siglo de las Luces al sentar las bases del liberalismo moderno. Mucho antes, los estoicos avanzaron la noción de la igualdad natural de los seres humanos.
Pero con el impulso de las ideas ilustradas de figuras como Jean-Jacques Rousseau, Voltaire y Montesquieu los conceptos de libertad e igualdad se unieron y pasaron a ser principios rectores de la Revolución francesa.
“Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”, establece el primer artículo de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada en 1789 por la asamblea constituyente francesa como uno de los textos esenciales de esa revolución.
Jeremy Popkin, un profesor de historia en la Universidad de Kentucky experto en las revoluciones francesa y haitiana, señala que durante esos años el binomio “libertad” e “igualdad” cobró vida propia y comenzó a aparecer en publicaciones oficiales y populares.
“Durante la fase radical de la Revolución se extendieron eslóganes como ‘Libertad o Muerte’ y ‘Libertad, Igualdad o Muerte’”, dice Popkin a BBC Mundo.
Quizás sea menos conocida la historia de cómo el vocablo “fraternidad” se unió al lema.
Idas y vueltas
Según han establecido distintos investigadores y el propio gobierno francés, el tríptico republicano surgió de un discurso que escribió el diputado y líder de la Revolución francesa Maximilien Robespierre en 1790.
En ese texto Robespierre sugería que las palabras “Liberté, Égalité, Fraternité” fueran inscriptas en los uniformes y banderas de los guardias nacionales, junto con otra expresión: “Le Peuple Français» (El pueblo francés).
Pero la propuesta nunca se aprobó –Robespierre tampoco llegó a pronunciar el discurso, que fue impreso y leído en algunos círculos– y, tras el período de Terror en 1794, el lema republicano pasó un tiempo al olvido.
Recién después del Imperio napoleónico, la Restauración Borbónica y la Monarquía de Julio resurgieron en Francia los principios republicanos que guiaron una nueva revolución en 1848.
Sin embargo, con la aparición del socialismo y el comunismo, la idea de igualdad adquirió para muchos una connotación opuesta al concepto de libertad, apunta Caron, especializado en ese período de la historia francesa.
“Para resolver la tensión entre libertad e igualdad”, explica, “la fraternidad se convierte de cierto modo en lo que reconciliará a todos: nadie puede estar en contra de la fraternidad. Es una noción un poco cristiana (…) y al mismo tiempo es lo que se preconiza en las logias masónicas”.
Las tres palabras fueron incorporadas como principio de Francia en el preámbulo de la Constitución de 1848, texto fundamental de la Segunda República.
No obstante, señala Caron, la idea de que el cambio acarrearía fraternidad fue desafiada por el escenario violento en que emergió el nuevo régimen republicano, que duraría hasta el autogolpe de Napoleón III, en 1851.
El lema oficial desapareció en ese momento y fue restablecido con la llegada de la Tercera República francesa, el 14 de julio de 1880, cuando se decidió además que las tres palabras fueran inscriptas en el frente de los edificios públicos.
Continuó de esa forma hasta que en 1940 el lema fue reemplazado por el de “Trabajo, Familia, Patria” bajo el régimen de Vichy que gobernó parte de Francia durante la ocupación alemana de la Segunda Guerra Mundial.
Los expertos creen que todo esto acentuó la simbología republicana del lema que, tras la liberación de Francia, volvió a inscribirse en las constituciones de 1946 y 1958, la cual sigue vigente hasta hoy.
“Un significado muy poderoso”
El hecho de que Haití haya adoptado el mismo lema refleja quizás la influencia que la Revolución francesa tuvo en América y particularmente en la república negra más antigua del mundo.
La Constitución que adoptó Haití en 1805 tras independizarse de Francia y volverse la primera nación independiente de América Latina ya alude a las nociones de libertad, igualdad y fraternidad, aunque sin declararlas aún lema nacional.
El primer artículo se refiere a la formación de un “Estado libre”, el segundo establece que “la esclavitud es abolida para siempre”, y el tercero comienza así: “Los ciudadanos haitianos son hermanos en su casa; la igualdad a los ojos de la ley es incontestablemente reconocida (…)”.
William Cormack, un profesor de historia en la Universidad de Guelph que ha investigado el impacto de la Revolución francesa en las colonias del Caribe, sostiene que las palabras del tríptico “tienen un significado muy poderoso” en el nacimiento de Haití, “pero por razones diferentes que en la Francia metropolitana”.
Explica que para los haitianos el concepto de libertad está más asociado al rechazo a la esclavitud y a la búsqueda de independencia, mientras que la igualdad se vincula a la negación de los estratos sociales por raza que había en la colonia.
“Y la fraternidad es una especie de noción esperanzadora y aspiracional de que los habitantes de la antigua colonia van a estar unidos, aunque no sea el caso desde la creación de Haití”, dice Cormack a BBC Mundo.
De hecho, aproximarse a los principios del lema republicano consagrados en su Constitución parece haber sido una tarea más difícil para los haitianos desde entonces.
Con el tiempo, otros países incluyeron en sus propios lemas algunos de los términos del tríptico, que figuran además en distintos artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.
Las tres palabras han suscitado discusiones casi desde el momento en que aparecieron juntas por primera vez.
Por ejemplo, el concepto de fraternidad generó críticas de feministas que percibieron que solo alude a hombres y excluye la sororidad.
En años recientes han surgido propuestas desde algunos sectores políticos franceses para agregar la palabra “laicidad” al lema.
Pero otros prefieren ver el tríptico más bien como una guía mínima de valores de una república.
“En Francia a veces somos bastante críticos con la falta de aplicación real de estos principios”, dice Caron. “Pero basta comparar con varios otros países para ver que la ley y la Constitución hacen respetar lo esencial de estos símbolos, pese a todo».