Libertad de expresión

Libertad de expresión

Libertad de expresión

Nassef Perdomo Cordero, abogado.

Es casi un lugar común decir que los derechos fundamentales son incómodos porque protegen a quienes son vulnerables precisamente por no contar con el favor social.

Quien sí cuenta con él, quien es visto con simpatía por el resto, necesita menos de estas protecciones porque la presión de una sociedad indignada acude en su socorro.

Esto es particularmente cierto cuando hablamos de la libertad de expresión, por cuanto el instinto censor se vuelca con mucha mayor facilidad contra quienes dicen lo que los demás no quieren escuchar.

De ahí que las leyes limitadoras de la libertad de expresión se hayan dirigido históricamente contra los disidentes políticos, religiosos o de cualquier índole.

Y es por eso, también, por lo que se trata de un derecho en permanente peligro: las cosas que son impopulares o mal vistas cambian todo el tiempo, pero el deseo de acallar a quien las sostiene es permanente.
No quiere decir esto que todo vale.

Pocos países sostienen que la libertad de expresión es absoluta. Por ejemplo, según la Convención Americana sobre Derechos Humanos, las apologías del odio o las incitaciones a la violencia no cuentan con la protección de la libertad de expresión.

El honor de las personas también es ampliamente reconocido como uno de sus límites.
Lo anterior puede confundirse con un derecho inexistente a no recibir críticas por lo dicho. Bien lo dice el refrán: quien dice lo que quiere, escucha lo que no quiere.

Las respuestas y críticas que recibimos no son censura, sino el ejercicio ajeno de la misma libertad de expresión de la que nosotros hicimos uso. Esta distinción es importante porque no es lo mismo pagar las consecuencias sociales de sostener una opinión que verse sometido al ejercicio de la acción penal del Estado por lo mismo.

Siendo cierto todo lo anterior, es importante que cobremos conciencia de que la libre expresión es absolutamente necesaria para poder vivir en democracia. Pero también nos llama a su ejercicio responsable, independientemente del medio que usemos para ejercerla y la dinámica especial que tenga.