Leyes, ¿para qué?

Leyes, ¿para qué?

Leyes, ¿para qué?

“Las leyes se han hecho para ser violadas”.

Así me decía, en mi época de estudiante, un cínico profesor de la Facultad de Derecho, al que nunca pude comprender, a pesar de mis esfuerzos por descifrar el pensamiento del amargado maestro.

Hoy, muchísimos años después, me preocupa darme cuenta de que estoy empezando a entender al viejo maestro.

Porque los primeros en desacatar las leyes son los propios funcionarios públicos que deberían ser modelo de civismo.

Por ejemplo, hace casi diez años que el Congreso aprobó, y el Poder Ejecutivo promulgó, la ley que crea la figura del Defensor del Pueblo, y todavía no se ha procedido en consecuencia.

Por otro lado, la ley ordena aplicar a la educación el 4% del Producto Interno Bruto, pero esa disposición nunca se ha cumplido.

¿Y qué decir del 10% del Presupuesto Nacional que, también por Ley, debe ser destinado a los ayuntamientos del país? Sobre este particular, el Ministro de la Presidencia ha dicho “mondo y lirondo” que eso no es posible, y se acabó.

Entonces, ¿para qué existe el Congreso? ¿Para dictar leyes a sabiendas de que no se van a cumplir?

¡Razón tenía mi amargado maestro! Ahora lo comprendo, y estoy a punto de compartir con él su convicción.



El Día

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