Si bien puede considerarse como un “grito de guerra” la manifestación política de ayer del expresidente Leonel Fernández y su equipo político, también hay que reconocer que tanto el exgobernate como Radhamés Jiménez y Rafael Alburquerque fueron insistentes en la necesidad de mantener la unidad.
Es harto conocido que la candidatura presidencial del PLD, prevista para ser definida a partir de marzo venidero, ha despertado muchas pasiones a lo interno de la organización, también hay que admitir que los peledeístas apostaran por la cohesión y porque sus diferencias no alejen ninguna posibilidad de retener el poder más allá de los comicios de 2020.
Las diferencias entre los bandos del expresidente Fernández y del presidente Danilo Medina pudieran expresarse en el plano de lograr una hegemonía interna, como ha venido ocurriendo a favor del grupo oficialista, pero esos inconvenientes serían dejados atrás tan pronto haya una definición del candidato presidencial, en virtud de que los peledeístas saben el valor de la unidad para evitar una fragmentación, con el dolor de tener que entregar el poder a la oposición.
La entrada del expresidente Fernández al ruedo interno, por la nominación presidencial, plantea un escenario diferente para los demás aspirantes, ya que habrá una recomposición de las simpatías y un panorama más claro para que las fuerzas que se disputan el control puedan medir la complejidad o no de sus diferencias.
Para el equipo de campaña de Leonel Fernández, según ha dicho Bautista Rojas Gómez, el acto de ayer sobre “el millón de firmas y contando”, define el verdadero interés del exgobernante para buscar o no la candidatura y así trillar el camino que lo ubique en el trayecto de las escalinatas del Palacio Nacional.
Sin embargo, Fernández lanzó un grito de guerra bien claro: “no hay marcha atrás” y que “en cualquier circunstancia es pa’ lante que vamos”, lo que simboliza su abierta disposición de dar la pelea, a pesar de tener enemigos conocidos.