El Día 
Se señala al presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, como un hombre muy allegado a Hugo Chávez, como un miembro de la cuadra de Miraflores, y hasta se dice que por eso fue que le dieron el golpe de Estado que lo ha dejado fuera del poder.
Todo el mundo sabe y si no lo sabe, lo ratifico ahora-, que Chávez no es santo de mi devoción. Por el contrario, repruebo sus métodos como gobernante, pero tengo que reconocer que él es el Presidente constitucional de Venezuela, al igual que Obama lo es de los Estados Unidos y Leonel Fernández de la República Dominicana.
Mis sentimientos adversos hacia Chávez, sin embargo, no me ciegan al extremo de aborrecer todo lo que esté cerca de él, llámese Zelaya o Juancito Trucupey.
Después del estercolero en que se está revolcando la OEA y de las elecciones viciadas de ilegitimidad en el citado país centroamericano, se anuncia para mañana la visita a la República Dominicana del indigno Lobo, un lobo disfrazado de oveja, en busca de reconocimiento y apoyo diplomático para su farsa.
Dice un refrán que a las mujeres feas nadie las sigue, y los consejos, tampoco. No obstante, aunque Leonel no me lo ha pedido, me voy a atrever a darle uno: presidente Fernández, no caiga en ese gancho. No reciba a Lobo. Y si lo recibe, no se comprometa a nada, no le haga caso, hágalo sentir mal. Póngase usted en lugar de Zelaya.
Por mi parte, independientemente de que el presidente Fernández ha tenido actuaciones que no han sido de mi agrado (y él lo sabe), no me gustaría, bajo ningún concepto, que le dieran un golpe de Estado. Mirémonos en ese espejo.
