Lecturas obligadas sobre tiempos difíciles y conductas erráticas
No basta con ser un buen observador y mucho menos un cultor de las ciencias sociales para visualizar un estado de cosas desconcertante y sombrío: la pavorosa mutación que hemos sufrido en las últimas décadas como pueblo… ¿y como seres humanos?
Se nos ha pasado por alto meditar en conductas que se suceden frente a nosotros en una secuencia devastadora. De haber actuado con mayor conciencia y entereza hubiéramos tenido una idea más acabada de esta metamorfosis que nos obliga a pensar en autores que han ilustrado de manera brillante esta generalizada e inconcebible degradación.
Por supuesto, una suma de factores estudiados por mentes brillantes como las de Charles Darwin, Alexis Carrel y Teilhard de Chardin, nos ofrecen ideas a meditar sobre este “estado de cosas” que nos obligan a visualizar de manera deplorable y equívoca al ser humano, y , con frecuencia, en su incalificable proceder.
Hemos sido víctimas propiciatorias de situaciones y eventos históricos que han provocado cambios radicales en nuestra actitud, así como en nuestra concepción del mundo y el ser humano.
Debemos hacer un aparte con autores como Heriberto Georges Wells, Víctor Hugo, Alejandro Dumas y Alexis Carrell y con obras definitivamente esenciales como “El Quijote” de Cervantes, “La divina comedia”, de Dante, la “Ilíada” y “La Odisea” de Homero, “La guerra y la paz” de Tolstoy, todas las obras de Curzio Malaparte y un sinnúmero de las citadas por Giovanni Papini en su inquietante y aleccionador ensayo sobre Satanás y sus múltiples engaños e inescrutables perversidades.
Pienso en estos momentos en los personajes bíblicos y, con ellos, en el engaño, la maldad, la ambivalencia, la hipocresía… Porque, en nuestra existencia, tropezamos con decenas de personajes y situaciones que ilustran las peores manifestaciones de lo que Andrés Malraux calificaba como “la condición humana”.
Muchos eventos de nuestra particular historia han conformado un ser nacional digno de ser estudiado de manera profunda y minuciosa. Imposible publicar citas de todas las biográficas que se han escrito sobre Trujillo.
Mencionemos, apenas, el ensayo de Robert Crawseller “La trágica aventura del poder personal”, y la minuciosa relación de hechos que figuran en “El destino dominicano” de John Bartlow Martin.
Américo Lugo, Juan Bosch y Juan Isidro Jimenes Grullón deberían ser objeto permanente de nuestras relecturas. En estos y muchos otros autores figuran las razones valederas del porqué de nuestros yerros y devenir de los siglos diecinueve, veinte y veintiuno.
Pienso en “Las cartas a Evelina” de Moscoso Puello, un reencuentro moral, espiritual e histórico de lo que hemos vivido y los eventos que han moldeado nuestra realidad histórica.
Debo citar los textos del siquiatra Antonio Zaglul sobre las conductas enfermizas entre nosotros y, a distancia, las obras de dos autores cuyos trabajos sobre la condición del hombre durante los años aciagos de las guerras deben ser lectura obligada para conocer las razones que han provocado el creciente y devastador desquiciamiento del ser humano de estos tiempos: Curzio Malaparte y Giovanni Papini.
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