En estos días todo es política partidista en la etapa final de una campaña electoral, lo que implica muchos ruidos y colores, como en los carnavales, y cada vez menos violencia, un ingrediente que hace un par de décadas podía estar presente en cada demostración.
Al decir que esta desagradable faceta de las contiendas políticas es cada vez menos frecuente es bueno tocar madera, no sea y tengamos que recoger las palabras.
Hasta ahora el único hecho notable ha sido el tiroteo contra los que se desplazaban en lo que parece una de las denominadas caravanas políticas, que a su paso por un sector de Barahona fue atacada a tiros.
En las pasadas elecciones municipales lo más lamentable debe de haber sido un hecho que tuvo lugar en Fantino, un municipio de la provincia Sánchez Ramírez, donde un enfrentamiento a balazos en la víspera de las elecciones entre candidatos contrarios dejó heridos, pero en ningún caso con víctimas mortales.
Desde el punto de vista de la violencia, avanzamos. Hasta ahora ha habido, ciertamente, menos que en procesos del pasado reciente, pero persisten las denuncias sobre la compra de cédulas en el entorno de los colegios electorales.
También parecen haber quedado atrás los grandes mítines o concentraciones nacionales con desplazamientos humanos desde puntos remotos y discursos, a no ser que una particular realidad económica haya llevado a poner de lado esta práctica.
¿Estarán todas estas novedades influidas por la profusión de la comunicación política por medios electrónicos?
Si finalmente la campaña electoral concluye sin violencia y víctimas que lamentar, la tarea pendiente que dejará este proceso será sacar de la práctica de los políticos la información falsa, la cual encuentra en las denominadas redes sociales un medio de difusión sin guardametas.
Toca a los líderes políticos y a los candidatos mostrar a sus seguidores que la decencia es posible en una campaña electoral.