Ha sido dicho desde hace tanto tiempo que el periodismo es una técnica, tal vez la más dinámica y controversial de la comunicación en sociedad, que en ocasiones vivimos con uno de sus frutos, el periódico, como si tuviera que ser permanentemente lo que es o ha sido.
Como uno de los soportes de la comunicación comunitaria en el sentido más amplio, el periódico influye en su entorno, sin duda, pero también es influido por los cambios sociales, por la mudanza de los intereses y las expectativas sobre el porvenir.
Por esta influencia recíproca la sociedad puede recibir un impacto que la impulse en una u otra dirección, pero también el medio.
En sus primeros 21 años, EL DÍA, de lleno en la mayoría de edad, se esfuerza en aprovechar con la debida madurez el impacto de su tiempo y en cumplir su parte del deber como medio periodístico, que no es otra que la selección y publicación de lo “importante” en el espacio de su edición de cada día.
Cualquiera que se imponga la tarea de hacer una colección con ediciones pasadas, una por cada año, se encontrará sin duda con un periódico que ha cambiado en su fachada en el tiempo. Esta es una tarea, digamos, relativamente fácil.
Un estudio de otro tipo tal vez permita ver en el fondo, ya no en la forma, la tensión de las riendas en el esfuerzo por mantener el periódico en el marco de los propósitos de los días de su fundación, cuando era trazado su perfil.
Estos propósitos no eran otros que los de sumar un medio y luchar por un lugar en la preferencia de la opinión pública, aprovechar la veta de la prensa gratuita y agregar un garante firme de la vida en democracia, en la que creemos.