Las murallas del lado este de la ciudad de Santo Domingo, asomándose a la Ría del Ozama, fueron las primeras que se construyeron para proteger y salvaguardar los palacios edificados por los señores que tenían la representación de los más altos cargos políticos y militares de la Corona.
Estos lienzos fueron levantados por Rodrigo de Liendo y Juan de Rabee. Resultaron muy eficaces y resistentes a los ataques enemigos. Los monumentales muros de protección debían contar con puertas de acceso, en puntos de importancia para el desenvolvimiento de la vida ciudadana.
Ciudades protegidas
Todas las ciudades de la antigüedad poseían murallas y puertas de entrada, para proteger a los habitantes de ataques e invasiones enemigas.
Las puertas se abrieron con vanos de carácter monumental. Al norte del palacio Virreinal, frente a la edificación de las Atarazanas, se practicó una entrada lo suficientemente amplia para dar paso a las naves que eran arrastradas hacia el interior de dicho establecimiento, el que se caracterizaba por sus funciones navales, ya que estaba destinado a la construcción, reparación, calafeteado y mantenimiento de las naves, además del almacenamiento de las vituallas destinada a la marinería.
Todo esto para tener a punto las embarcaciones destinadas a la exploración del mar desconocido y el descubrimiento de nuevas tierras; así como la navegación con destino a la Metrópoli española.
La ribera del río Ozama, en esa época, se acercaba mucho más a las murallas. Las puertas de cierre del vano, estaban elaboradas con maderas locales de gran dureza y resistencia.
A pesar de que las murallas se levantaron en tapia, los laterales y dinteles de los vanos se construyeron con piedra coralina local ya que debían sostener las enormes puertas que se cerraban al anochecer.
Un gracioso arco rebajado sostiene el paseo de ronda al que se accede por escaleras practicadas del lado interior, el que servía para la vigilancia permanente del lienzo de muralla y la puerta monumental, debido a la vecindad con el palacio virreinal.
En honor al virrey
Al sur del Alcázar, se encuentra la puerta principal de la villa. Nombrada de San Diego, en honor del primer virrey de Indias.
Esta construcción es de mayor dimensión que la anterior. Posee un vano muy amplio, para permitir el acceso de batallones militares completos hacia el palacio virreynal
. Para mayor protección del mismo, el eje de la vía de entrada, presenta un desvió angular opuesto al palacio del virrey.
Esta violenta inclinación hacia el sur, impide que el acceso presente una entrada directa hacia el palacio y evita el fuego directo.
Escudos heráldicos
Este gran vano, con sus puertas monumentales, cuenta con un enorme arquitrabe, en su cara exterior, el que proyecta el camino de ronda, en la parte superior.
En la parte frontal, ostenta cinco escudos heráldicos, siendo el mayor de todos el del centro.
Se trata del escudo de armas del Emperador Carlos V, con el águila bicéfala que soporta la corona imperial. En el centro, el escudo del reino de España y en la parte baja, sus garras sostienen el Toisón de oro.
El gran arquitrabe que está definido por un arrabá que apoya en dos columnas de capitel corintio, complicado, sostiene un apoyo superior decorado con mascarones.
En el norte del vano, se presenta una gran aspillera para la protección de la entrada, mediante arcabuces. En el lado norte, presenta una garita, un vano a media altura para colocar cañones y una pequeña puerta de acceso.
En la cara interior, se observa el camino de ronda que se extiende por el lienzo de muralla y continua en la parte superior de la puerta la que posee una garita. A los lados existen escaleras de acceso al terraplén destinado al acarreo de cañones, el que desemboca en el vano situado a media altura.
El embarcadero estaba situado cerca de la monumental entrada, por esta penetraban los pasajeros que desembarcaban procedentes de la Metrópoli, la carga de animales y productos destinados a los diversos poblados de la isla y los osados navegantes, exploradores y conquistadores que retornaban a dar cuenta al virrey de sus hallazgos y conquistas.
Las recias puertas servían también para colocar edictos y en ocasiones exhibir el cadáver o la cabeza de algún criminal ajusticiado.
Esas monumentales puertas, sirven hoy en día, de marco al palacio del virrey, sus detalles están extraordinariamente bien concebidos, restaurados en la década del setenta del siglo pasado y conservados en buen estado hasta el día de hoy.
Varias entradas
— Monumentales
La ciudad posee otras puertas monumentales localizadas en diferentes lienzos del cinturón de murallas, permitiendo la entrada a otros sectores de la villa.
*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS, CÉSAR IVÁN FERIS IGLESIAS, CÉSAR LANGA FERREIRA