Todavía conmueve la escena de Sopita (Edward Uceta), el niño dominicano que lloró dramáticamente tras su equipo perder de un conjunto venezolano en la Serie Mundial de Pequeñas Ligas de Williamsport.
El caso ha recorrido el mundo y en el país ha estado en la palestra con opiniones repletas de confusiones, principalmente porque el equipo «Bravos de Pontezuela» no recibió el respaldo de la Federación de Béisbol, ni del Ministerio de Deportes.
Las pequeñas ligas de béisbol es un evento protagonizado por niños, pero manejado por adultos y por ello hay numerosos organismos que la promueven muchas veces como «negocio privado» y en diferentes escenarios. En el país los organismos más conocidos en ese sentido son la Williamsport, la Cal Ripken y la Pony, al margen de los patrocinados por la Federación Internacional de Béisbol o la nueva Confederación Mundial de Béisbol y Softbol). Nadie puede renegar del prestigio de Williansport que este año provocó que un juego de domingo por la noche entre Piratas y Cardenales se moviera hasta allí. Y entonces surgen diversas preguntas.
¿Por qué los Bravos de Pontezuela han representado (2015 y 2017) no a solo a República Dominicana, sino también al Caribe? Se sabe que se eliminaron con algunos equipos caribeños. ¿Y aquí cuáles ligas participaron?
¿Quién le da el aval para que lleven el nombre de RD? No es lo mismo decir un equipo de RD, que llevar en el pecho el nombre de Dominicana, sobretodo si está fuera de la estructura universal que rige el deporte en el país. ¿Quién selecciona los niños?
¿Por qué Juan Pérez (que es un león) no tiene chance de conformar un equipo que va a representar a RD?
¿Quién paga los pasajes, la estada la alimentación?
¿Y por qué algunos de esos niños con apenas 12 años son patrocinados por dueños de programas de formación de peloteros?
El tema es largo, no es tan simple como se pinta en el papel.