*Por Avelino Stanley
Están de pláceme las autoridades de la más alta casa del libro en República Dominicana. Y no es para menos. Acaban de anunciar once nominados que optan por el Premio Biblioteca Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. Desde ya, comenzando la gestión, el director de la institución, el escritor Rafael Peralta Romero, se anota un triunfo en grande para su gestión.
Hace rato que este premio era necesario para reconocer la gran labor realizada desde hace décadas por un puñado de autores dominicanos en materia de Literatura infantil y Juvenil. El galardón es necesario porque constituye un verdadero incentivo a la producción que realizan los autores de las nuevas camadas que tanto dinamismo y calidad le han impregnado al género.Todos debemos sentirnos regocijados por este galardón. Se espera que con el proceder de los gestores del mismo el galardón se convierta en importante, deseado y esperado.
El director de la Biblioteca Nacional acaba de anunciar que la institución recibió once postulados al galardón. Los nombres de los aspirantes han sido dados a la prensa. Ese es un primer paso importante del premio: todo con transparencia. De los once postulados se escogerá solo uno. Desde nuestro punto de vista, cualquiera que sea escogido de los que están en la tómbola, dejarían bien parado el premio.
No obstante, se trata de un galardón que en la convocatoria señala que “el objetivo principal es reconocer cada año la obra realizada de por vida por un escritor que haya desarrollado una carrera literaria enfocada en la creación de textos para niños”. Todos apoyamos ese propósito. Sin embargo, un galardón que se estrena debe hacer honor al objetivo que enarbola.
La literatura infantil juvenil dominicana ha tenido un proceso balbuceo de más de cien años. Cuenta en esa etapa con nombres importantes en calidad de precursores. Se trata de autores de mucho peso pero que solo han estado de visita en este campo, publicando uno, dos y hasta tres libros.
No obstante, existe un grupo no muy numeroso que comenzó su vida literaria publicando literatura infantil juvenil. Son autores que se han desarrollado en esa área, que nunca han salido de la misma, y que al día de hoy se mantienen activos. Desde nuestro punto de vista, ellos son los fundadores de la actual literatura infantil juvenil dominicana. Debiera decir fundadoras, porque son más mujeres que hombres.
Aquí van los nombres.El orden en que se colocan apenas indica las fechas en que comenzaron a publicar y se incluya la primera obra publicada.Ellos son: Lucía Amelia Cabral, Hay cuentos que contar, 1977; Rafael Peralta Romero, Niño y poesía,1977; Marcio Veloz Maggiolo, De dónde vino la gente, 1978; Aidita Selman, El tiempo de un cuarto, 1979; Lorelay Carrón, Roberta, la elefanta roja y coqueta, 1982; Eleanor Grimaldi, Cuentos infantiles y juveniles, 1984; Mery Colins de Colado, La gatita Mima y sus amiguitas las violetas, 1987; Oscar Holguín-Veras, Los bosques de Holguín, 1986; Margarita Luciano, El día que llevaron la electricidad al paraje La Ciénaga, 1988; y, Brunilda Contreras, Tras la olla de oro, 1993.
Todos ellos comenzaron a publicar desde finales de los 70, continuaron en los años 80 y no han parado hasta el día de hoy. Todos tienen entre cinco, diez, quince o más obras publicadas. Su aporte ha sido trascendental para la Literatura Infantil Juvenil dominicana. De ese grupo hay dos inhabilitados, uno por deceso y otro por las funciones que desempeña.
Lamentablemente para la ocasión de la primera entrega del Premio Biblioteca Nacional de Literatura Infantil solo están postuladas tres de ese grupo. Ellas son Lucía Amelia Cabral, Eleanor Grimaldi Silié y Margarita Luciano López.
Ojalá el cuerpo del jurado sopese la condición de fundadoras, trabajadoras incansables, autoras que aún tienen mucho que aportar, y escoja a una de ellas.
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