¡Las niñas no se sientan en las piernas!

¡Las niñas no se sientan en las piernas!

¡Las niñas no se sientan en las piernas!

Isauris Almánzar

¡Ay, Mariela! ¡Tanto que te decía que las niñas no se sientan en las piernas y no me hiciste caso!,  fue el lamento de doña Martha al enterarse de lo que le sucedió a su nieta de doce meses.

Mariela Pérez alias “el fideo”  es una madre soltera oriunda de Gualey, esta, además de hacer trenzas, se dedica a vender mercancías diversas por encargo, al no contar con vehículo propio, se traslada por el Gran Santo Domingo en una guagua de concho, mientras viaja, su pobreza le susurra al oído que le urge salir adelante porque apenas es una adolescente.

Un día,  Mariela recibió un pedido que le cambiaría la vida por completo, una joven de Piantini le pidió 12,000 pesos en mercancía, ¡la mejor venta en los últimos años!,  pero no imaginaba que esto le dejaría una marca indeleble en su alma y en la de toda su familia.

Siendo las seis de la mañana, la guagua estaba repleta, pero Mariela tenía prisa, debía entregar su pedido a tiempo, ese día nadie pudo quedarse con su hija. Tomando su “cruz” en brazos, con sus ojos llorosos y el estómago vacío,  partió hacia su destino, al no encontrar asiento disponible, tomó la funda de carteras que traía, la puso entre sus piernas y le pasó la niña al señor de la esquina, el cual de forma muy amable se ofreció a cargarla, mientras la madre permanecía de pie hasta llegar a su destino.

Un fuerte grito entumeció la rutina de ese día tan aciago, mientras un “vestidito” blanco y ensangrentado era el único testigo incauto de lo que había sucedido.

Continuará…



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