Santo Domingo.-El delicado color lila de sus espigadas flores guarda relación con su nombre común y se les conoce también Jacintos de agua; son motivos de inspiración entre artistas plásticos, poetas y artesanos.
Sin embargo, la planta como tal, de origen sudamericano introducida a Centroamérica, Europa, y África, representa un grave problema para la navegación y la biodiversidad.
Como todos los vegetales acuáticos, las lilas (Eichornia crassipes) cuentan con una estructura ventosa que cuando se desarrolla de forma masiva ocasiona graves daños en la parte superficial de las corrientes de agua, obstruyendo los motores de las embarcaciones que navegan los cauces invadidos por ellas.
“Mientras más contaminados están los cursos de agua mayor y más rápido les crece la masa radicular a estas -producto de la eutrofización- que significa más cantidad de nitrógenos en ese cuerpo de agua, lo que indica que no hay oxígeno y eso disminuye la fauna acuática”, según Carlos Rijo, coordinador nacional de Especies Exóticas e Invadoras .
Él, al igual que Brígido Hierro, técnico del Departamento Genético del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, coinciden que su presencia limita el desarrollo o proliferación de los patos de agua, las gallaretas, garzas, galzones, coco gris y otras aves acuáticas.
“En cambio, tienen la propiedad de absorber metales, como son el hierro y zinc”, sostiene Brígido, biólogo y profesor de Zoología.