La Virgen del Valle o Nuestra Señora del Valle, patrona de la provincia de Catamarca, es una de las vírgenes negras de Latinoamérica.
Recorrió el mundo. Cuando el tráiler del clásico de Disney, La sirenita, en formato live action, vio la luz, las reacciones de niñas de piel morena estaban por toda la virtualidad que nos conecta. Las redes mostraban a pequeñas de cabello trenzado y rizado frente a la pantalla abrir ojos enormes y bocas de asombro, incluso llorar de emoción cuando veían que el film, que se estrenó el año pasado, estaba protagonizado por una afroamericana —la actriz y cantante Halle Bailey—. Con su pelo rojo y voz celestial, Ariel era negra.
Claro que esta apuesta por parte de la gran fábrica de sueños no dejó indemne a los detractores de la inclusión: generó conmoción, heaters y todo lo que, ya se sabe, aparece en redes cuando algo se sale de la norma o de lo esperado por las mayorías. Con altura, una cuenta de Instagram dedicada a publicar contenido de Disney respondió: “La única inclusión forzada es creer que todos los personajes deben ser blancos y hegemónicos”.
Lo más rico de todo esto, de la decisión de Disney de elegir una protagonista negra, fue sin dudas la posibilidad de ver las caras de sorpresa y felicidad de esas niñas morenas al verse representadas en la pantalla: “¡¿Esa es Ariel!?”. “¡Es negra!”. “Cuando tu princesa favorita de Disney luce como tu”, escribió una madre en el video de TikTok en el que una niña pequeña mira el adelanto y, emocionada, sonriendo con toda su cara pequeña, dice: “Creo que ella es morena”, “¡una Ariel morena!”. “¡La Ariel morena es linda!”. Es Navidad en los ojos de esas niñas.
Pero qué tiene que ver Disney con la Virgen María. Por el momento —al menos hasta que la compañía del ratón no quiera hacer un film con María de Nazaret como protagonista— quizás nada. Lo que sí tiene nexo es la importancia de la heterogeneidad en la representación.
Llegada esta fecha del año, a poco de haber conmemorado su día y cerca de que buena parte de los habitantes del planeta celebren el nacimiento de su hijo, Netflix estrenó en su plataforma una película sobre la vida de María, la madre de Jesús. Donde, como la inmensa mayoría de sus imágenes y representaciones, ella es una mujer del color de la leche. Con piel de porcelana.
Pero aunque la Virgen que después va a encarnar esta madre es representada mayoritariamente de esta manera, también existen más de una veintena de advocaciones que la muestran como una mujer negra. La mayoría son veneradas en Europa (más de diez en diferentes distritos españoles), pero también hay vírgenes negras en Latinoamérica: la Virgen de los Ángeles, en Costa Rica; la Virgen de la Concepción Aparecida, en Brasil; la Virgen de la Caridad del Cobre, en Cuba; y la argenta, claro, la Virgen del Valle, en Catamarca. Son imágenes, esculturas o pinturas donde su piel es de color oscuro.
¿Qué simbolizan? ¿De dónde surgen? ¿A qué se debe?
Juan Bosco, la negra María y una historia de amor
“La pregunta por el origen y significado de las representaciones de María de Nazaret con imagen negra es complicada, compleja y merece muchos estudios. En primer lugar uno se preguntaría si María de Nazaret era negra o era blanca. Lo que sabemos es que era judía, sí, ¿pero era judía negra o judía blanca? De esto podemos hablar sabiendo que hubo, justamente, judíos que habían vivido cuatro siglos en África junto a los faraones negros, entonces esta hipótesis no sería tan errónea, pero sería discutible y habría que buscar fuentes”.
Juan Bosco Nsengimana Mihigo —”o Jean Bosco Nsengimana Mihigo, o John Bosco Nsengimana Mihigo, el nombre siempre lo traduzco depende del país donde estoy, lo que se queda siempre es el apellido de mi familia y esto sí, no lo cambio nunca”— es un pastor ruandés (africano), que vive en Argentina desde 2017, por segunda vez. La primera había sido en 1999, cuando llegó para estudiar la Licenciatura en Teología Dogmática, en Devoto. Luego se volvió a África donde lo ordenaron como sacerdote y trabajó en Ruanda, Camerún y nuevamente en Ruanda. Hasta que en 2017 la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús y María, a la que pertenece, lo envió nuevamente a la Argentina.
En este punto del mapa, tan lejano a su geografía y a su cultura, desarrolla su tarea en una capilla de Villa Celina (La Matanza, Provincia de Buenos Aires) que se llama Nuestra Señora de Luján, en el barrio 17 de noviembre, donde se dedica al trabajo pastoral y al trabajo con la comunidad afrodescendiente.
El primero dice que no lo tiene tan fácil porque las personas del barrio, en su mayoría inmigrantes de Bolivia y Paraguay —aunque también hay algunos argentinos, cuenta— no soy muy adeptos a la vida religiosa tradicional de la Iglesia: “La gente viene a la misa cuando hay muerto, cuando es una fiesta de [la Virgen de] Urkupiña (la Urkupiña es de los bolivianos); o cuando la Virgen de Caacupé, de los paraguayos; no hay tanta celebración”. Pero lo que sí tienen siempre lleno en el barrio es el comedor o merendero. “Mucha gente viene para recibir el plato de comida de la cena y hay muchos niños, de verdad muchos. Y cuando vienen los niños, los disfrutamos, hacemos deporte y valores”.
Sobre el segundo trabajo que mencionó, con la comunidad afroargentina, dice que es la parte más novedosa para él. Que la primera vez que se mudó a este país, cuando entró a la facultad, le preguntaron “de dónde sos”. Y que esa pregunta le disparó estudios y reflexiones que lo condujeron a lo que Argentina dice de sí misma: “Que es el país europeo en América Latina, donde los inmigrantes son europeos (como se dice muchas veces de una manera errónea), que Argentina es blanca y que los negros terminaron con la fiebre amarilla”.
Allí fue cuando se puso a investigar y se encontró con muchas comunidades de afroargentinos invisibilizadas. Comenzó a estar con ellas para ayudarlas a combatir “el racismo sistemático y la xenofobia”. “En esas cosas voy trabajando con los afroargentinos, en esta área de visibilizar y reclamar el respeto, y para que haya una reparación histórica”, dice.
Además de eso Bosco da clases “por ahí y por acá”. Visita diferentes sitios y escuelas donde trabaja con los jóvenes —”esa es la vida de misionero”— y está escribiendo un libro que titulará María de Nazaret: una negra villera, donde estudia, justamente, las diferentes hipótesis acerca de los orígenes de María, para el cual se está documentando.
“Aquí entonces te propongo una fuente que me parece muy significativa: el Cantar de los Cantares [N. de la R.: es uno de los libros alojado en el Antiguo Testamento, es decir, la Biblia por la cual se rige el judaísmo]. Allí, una parte que se traduce muchas veces en castellano, en francés y en inglés, se traduce muy mal y dice: ‘Soy negra, pero hermosa’, yo creo que la traducción del griego o del hebreo tendría que ser ‘Soy negra y hermosa’ (Cantar de los Cantares 1:5), entonces la negritud de María se puede justificar o deducir desde allí”.
Como la mayoría de los textos bíblicos el Cantar de los Cantares ha recibido múltiples interpretaciones a través del tiempo, dependiendo de la creencia y la fe de cada lectura. En general, el texto tiene la estructura de un poema de amor conyugal, con versos que se alternan, y habla de dos amantes que fueron obligados a separarse, se buscan con desesperación y declaran su amor de forma poética.
Tanto el judaísmo como el cristianismo lo han explicado como una alegoría que representa el matrimonio entre dios y su pueblo o (a partir del Nuevo Testamento, es decir la Biblia cristiana) entre Cristo y su Iglesia o, incluso, la interpretación a la que alude Bosco, entre la Virgen María y el pueblo cristiano. En esa lectura, el protagónico de la mujer, la que dice “Soy negra y hermosa”, podría corresponderse, metafóricamente, con la Virgen María.
“En el Cantar de los Cantares el amor erótico subvierte el orden patriarcal que discrimina a campesinos, pobres y personas de color. Además de ser el único libro en la Biblia cuyo tema principal es justamente el amor erótico, sería el único libro cuya autora parece ser una mujer negra y donde mayormente escuchamos directamente la voz femenina. El libro empieza con una iniciativa femenina… La voz y la presencia de esta mujer siguen como dominantes en todo el texto”, señala Bosco.
La inspiración de Bernardo de Claraval y su difusión de la Virgen morena
Las representaciones negras de la Virgen, presentes principalmente en Europa, nacen en el siglo XII, según explica el pastor, cuando el monje francés Bernardo de Claraval —que a causa de su devoción y sus contribuciones al cristianismo luego fue canonizado— comenzó a difundirla “y, para probar que era una imagen tradicional, iba mostrando justamente el versículo del Cantar de los Cantares que dice ‘Soy negra y hermosa’, justificando esta representación. Esto lo ayudó a configurar y a desarrollar mucho la devoción mariana de la Virgen negra”.
En el trabajo académico “El císter y el auge de las vírgenes negras. Una tradición antigua de revalorización de las figuras femeninas en época medieval”, escrito por Ana Valtierra Lacalle, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, la autora también analiza esta hipótesis.
“Desde finales del siglo XI al siglo XIII podemos documentar un auge de este tipo de imágenes, que está muy vinculado a los numerosos comentarios sobre el Cantar de los Cantares que hizo San Bernardo de Claraval, donde se habla de ‘Morenota soy, y linda’ en un tono afectivo que ha sido ampliamente debatido por la investigación”.
Bernardo de Claraval se inspiró en este texto “para expresar el amor hacia Dios y la Virgen”, dice Lacalle, lo que difundió en diversas prédicas. Sus palabras rodaron, se difundieron y alcanzaron una gran popularidad: “Causaron un impacto directo en la moda de oscurecer las imágenes de la Virgen, con la idea de adecuarse al Cantar de los Cantares donde se recogía: ‘Morena soy y linda. Soy morena, hijas de Jerusalén, como los campamentos de Quedar, como las carpas de Salmá. No se fijen en mi tez morena: he sido tostada por el sol’ (Cantar de los Cantares 1:5-6)”.
Una mujer egipcia o descendiente de los egipcios, una trabajadora de campo con la piel oscurecida por las horas de faena, “son muchas las interpretaciones y debates que ha generado este fragmento, especialmente centradas en la cuestión de la alusión al tono de piel. (…) En este sentido se lo vinculó a la Virgen María, la sabiduría y la Iglesia como esposa de Jesús”, escribe la autora. “La cuestión del tono de la piel causó un gran impacto durante siglos en el pensamiento y la concepción de la imagen de María”.
“San Bernardo —agrega Bosco— cuando agarra los textos, toma también esta dimensión de la maternidad, de la ternura, del amor, en una cultura patriarcal donde el padre y el hombre lo dominan todo. Creo que es ahí que tenemos que ir buscando las respuestas a estas preguntas”.
Otras hipótesis sobre las vírgenes negras
Si hay alguna certeza en todo esto es que el origen de las vírgenes negras continúa siendo incierto. De todas formas, como se ve, a lo largo de la historia se han propuesto diversas teorías para explicarlas. Tanto el pastor como la académica, luego de haberse sumergido en los estudios sobre el tema, esgrimen otras respuestas posibles.
En el caso de la Virgen de Lluch conocida como “La Moreneta”, patrona de la isla española de Mallorca, cuenta Bosco, se ha atribuido su color al humo de las velas que, con el correr del tiempo, la cubrió de hollín volviéndola negra. “Pero esta explicación no convence a nadie, no me convence a mí personalmente porque como esta hay también otras, por ejemplo la Virgen de Barcelona, la Virgen de Montserrat [N de la R:a la que también llaman ‘La Moreneta’, es la patrona de Cataluña]”.
“Otro argumento de los cristianos antiguos del siglo XII, XIII, XIV era que este retrato de la Virgen negra fue dibujado por Lucas, el evangelista, pero esto también es discutible porque no hay tanta fuente”, agrega.
“Algunos investigadores sugieren que las vírgenes negras pueden tener sus raíces en las prácticas religiosas precristianas de las tradiciones que rodeaban al Mediterráneo, especialmente egipcias y mesopotámicas. El culto a divinidades femeninas, a menudo asociadas con la fertilidad, la tierra y la naturaleza, estaba muy extendido en muchas culturas. La adopción de estas figuras por el cristianismo puede haber influido en su color y simbolismo”, escribe Lacalle.
Hay teorías, entonces, que vinculan a la Virgen negra con creencias previas en una diosa madre de la tierra. Otras la asocian con la iconografía medieval, que utilizaba el color negro para representar el dolor, la maternidad y la misericordia, características que también son reflejadas en María, lo que podría brindar otra explicación.
Sobre esto Bosco dice que, según lo que ha estudiado, el tono oscuro puede estar vinculado a las representaciones de dioses y diosas egipcias, por lo tanto, africanas como Osiris e Isis.
“Se ve que es ahí que se inspira más bien San Bernardo de Claraval. Aun la Biblia que conocemos, sea la hebrea, la católica, la de Etiopía o el Corán, son libros que se inspiraron en los escritos antiguos de Mesopotamia y también de los egipcios. Entonces ahí tenemos que cavar, en la representación de la Virgen negra inspirada en estas diosas, desde ahí creo que tenemos que investigar: no con la Pachamama, no con los esclavizados; es más antiguo que la trata transatlántica”, dice Bosco. “Yo diría —sigue— que así como hay un filósofo griego que dice que ‘si los pájaros serían inteligentes para hacer dioses los harían a su imagen y semejanza’, entonces, los faraones, cuando representaban los dioses, los representaban negros, a su imagen y semejanza”.
“Mi hipótesis sería formulada de la siguiente manera: María de Nazaret era tal vez una muchacha negra. Porque es inconcebible que en una cultura negrofóbica, esclavista y colonialista [como la europea] exista el culto a la virgen negra. Si se demostrara que la Virgen María era negra, Jesús sería negro o mulato. Con ello, durante XXI siglos habríamos aceptado una de las mayores estafas intelectuales y religiosas de la historia”.
Consciente de que llegar a alguna conclusión es inverosímil por tratarse de un asunto incomprobable, con mirada crítica Bosco finalmente pone en dudas hasta lo poco que hay para sostenerse e hilvanar alguna teoría, las fuentes: “Habrá que ver si no son también una trampa porque las fuentes a veces se dice que escriben los vencedores y los vencidos no escriben”.
Blancas, castañas o color café, las vírgenes son portadoras de fe por igual. Se les adjudican leyendas y milagros por igual. Se las venera, se peregrina hacia ellas, se les hacen promesas y se les agradece por igual.
Quizás no haya pruebas que puedan explicar sus orígenes o de qué color era la tez de María, pero algo es seguro: como La sirenita afro de Disney, la existencia de vírgenes negras posibilita que una mayor cantidad de personas se sienta identificada; las santas madres morenas ofrecen una fe plural que trasciende la frontera de la piel.
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