En Too Old To Die Young-serie de Amazon Prime-, el realizador danés compila visiones y recurrencias de su propio universo como el noir y el neón con hermosas circularidades compositivas. El psicomago de la urbe asombra y también se descarrila.
Cumplía 100 años en 1995 y, desde la clase alta del cine danés contemporáneo, el realizador tan prodigioso como polémico Lars Von Trier encabezaba junto a Thomas Vinterberg la destrucción de la plástica cinematográfica para darle preponderancia hiperrealista a la historia y al actor: el Dogma ’95 se hacía manifiesto y por un período de 5 años tocaba al mundo tantísimo convirtiéndose en el epicentro de la vanguardia.
En las márgenes urbanas de la nación escandinava, un joven Nicolas Winding Refn (NWR) habitaba en su debut (Pusher, 1996) un espacio igual de vitalista, pero más cerca del thriller, de óperas criminales propias de Francis Ford Coppola, bañada de ironía tarantinesca que bordeaban la condena de sus protagonistas samuráis saturados de color que embarraban la fórmula conocida de inusuales derivas derrotistas propias del mundo minimalista de Jim Jarmusch. Se constituye NWR en negacionista de uno de los principales objetivos del movimiento: matar la intrincada política del autor.
Numerosas y excelentes películas después con la violencia de telón de fondo y una estética deudora de la atmósfera videoclipera de Miami Vice con el universo sonoro pop sintético incluido, irrumpe exitoso ante el público masivo con Drive (2011), donde drama, thriller, suspenso y neo noir van maridándose con una puesta en escena pacientemente sórdida que encandiló al jurado en el Festival de Cannes, que terminó premiándolo como mejor director, siendo a posteriori su película más exitosa también en taquilla.
Con los reflectores caudalosos a su favor y una crisis de ansiedad que bien refleja Laurent Duroche en el documental NWR (2012), que además versa sobre la obra previa al bombazo de Drive, se lanza a un vacío todavía más creativo que aún conservando su ambiciosa construcción y disposición de los planos, dota más de silencios y simbolismos freudianos en Only God Forgives (2013, rodada en Tailandia), donde la condena no solo es el final sino el centro de una trama en la que su antagonista roba carisma y alma del atribulado “héroe”, un contenido Ryan Gosling que había también protagonizado la consagradacinta previa. Ni público ni crítica al unísono acompañaron a una empresa que se tornaba ensayo muy personal. El “equilibrio” que pensaron ver en su película anterior es falso positivo.
Tres años luego, armaba un artefacto todavía más transgresor: Neon Demon, una revisitación al horror clave Dario Argento (Suspiria, 1977) acompañada de una atmósfera argumental remitente al David Lynch de Mulholland Drive (2001). La belleza -maldita- de una joven pueblerina (Elle Fanning) que busca el éxito en el modelaje es objeto de culto y deseo predatorio de todos los que le rodean.
Especulativamente, no le quedaban muchos espacios a NWR más que el reducto de la televisión, devenido en libertad creativa inédita gracias al streaming. Amazon le da cobija a su proyecto más ambicioso y desbordado: la serie Too Old To Die Young (2019), la cual podría ser su película 11. Un policía corrupto (Miles Teller), que asesina por encargo, entra en profundo conflicto existencial y decide liquidar solo a quien lo merezca. Su némesis (Augusto Aguilera), el hijo de una poderosa traficante mexicana entronizada en Los Ángeles y a quien el agente asesinó, hará catarsis y reencontrará su esencia en el cartel que dirige su poderoso tío en México y que amaba a su hermana devotamente.
Conociendo ya el mundo de NWR y sabiendo el destino que embargará al samurái de turno, lo que importa es el contexto y su desmesurada forma de rodarlo: la parsimonia compositiva de sus estadios cinematográficos previos, opera ahora en torno a una circularidad en plano secuencia, que enfatiza un conjuro argumental apalancado en mundos freudianos edípicos, en rituales sexuales vergonzantes para el falocentrismo, culto al arte kitsch, relaciones pederastas, la irrefrenable perversión de hombres de poder, donde un Calígula infringe latigazos ataviado en calzoncillo Versace como símbolo de un reinado hedonístico que se visualiza agonizante porque una sacerdotisa de la muerte mexicana (Cristina Rodlo) y de reverso una bruja blanca californiana (Jena Malone) anuncian egregias la entronización de lo femenino en el establishment patriarcal. El personaje de la Malone espeta una declaración de intenciones en el último episodio y que dota a una historia de un sentido reivindicativo que sugiere un arrebatamiento del poder en el término que respetan los hombres: la ultraviolencia.
“Impulsados por la cólera fascista, pronto las masas clamarán por ejecuciones públicas, la violencia se volverá erótica y la tortura generará euforia. Volverán a erigirse campos de concentración. La ignorancia se exaltará. Habrá guerras raciales. El odio será recompensado. La fe se reducirá a clichés venenosos. La perversidad será consagrada. El incesto, el acoso y la pedofilia serán alabados. Unos lo tendrán todo y la mayoría no tendrá nada. El narcisismo ya no será reprimido, sino consagrado como virtud. Nuestras identidades serán definidas por el dolor que provoquemos (…) Con el tiempo tendremos nuestra propia religión, nuestra propia dinastía, y con ella despertaremos a la verdadera furia del mundo. Y mientras el hombre implosiona en un baño de sangre y silencio, emergerá una nueva mutación. Y en ese día declararé el nacimiento de la inocencia”.
Desde la acera del realismo su cine nunca ha tenido representación, porque persigue la mitificación de su propio opus. Saturados los colores en la puesta en escena, desbordantes las buenas y malas intenciones de sus protagonistas, NWR ha concebido una ópera larguísima -quizás imperfecta y aletargada en ciertos momentos- ambiciosa, un largo ritual vudú de asfalto, silencioso, doloroso y extraviado como el futuro mismo.
«Too Old To Die Young»
Amazon, Estados Unidos, 2019.
Dirección: Nicolas Winding Refn.
Guion: Ed Brubaker y Nicolas Winding Refn.
Fotografía: Darius Khondji y Diego García.
Intérpretes: Miles Teller, Jena Malone y John Hawkes.