San Pedro de Macorís fue en el primer cuarto de siglo pasado y hasta mediados del mismo siglo, una dinámica urbe que gozó de un enorme bienestar y desarrollo, gracias a la industria azucarera.
La llamada “Danza de los Millones” convirtió la ciudad en el eje dinámico de la economía del país. Para terminar nuestra descripción de esta ciudad modernista, queremos hacer énfasis en algunas edificaciones que son icónicas del deslumbrante progreso de la urbe durante los comienzos, e inclusive mediados del siglo XX.
El edificio del cuerpo de bomberos fue realizado en hormigón armado, en las primeras décadas del siglo pasado. La construcción tiene un doble nivel a modo de basamento para sostener una notable torre vigía, campanario desde donde se contempla la extensión de la ciudad a la redonda.
La primera planta está diseñada para contener los carros bomba, destinados a apagar los incendios.
En el sótano existe una enorme cisterna para suplirlos de agua. La primera planta está totalmente abierta al exterior.
Las paredes de la construcción imitan los bloques de piedra almohadillados, típicos del renacimiento italiano. En el segundo nivel se encuentra la sala de reuniones y los dormitorios de los vigías. Se asciende por una hermosa escalera de caracol, prefabricada en metal, importada de Francia, de donde proviene también el plafón metálico que cubre el cielo raso del segundo nivel.
El balcón lo distingue
Al exterior se distingue el balcón corrido de la segunda planta, prefabricado en hierro colado, con formas ornamentales vegetales y pasamanos en el mismo material.
Un alto antepecho de hormigón calado, rodea la cubierta del segundo nivel, desde donde arranca la base poligonal de la torre campanario que corona este singular edificio. La torre está constituida por una serie de arcadas de medio punto, sobre elevadas, con una cubierta poligonal de gran pendiente que se une al tope superior para sostener un pararrayos.
Una enorme campana de bronce, sirve las horas de inicio de labor en la mañana y en la tarde, así como cuando sucede un incendio, conociéndose la localización por el número de campanadas, según el cuartel donde sucede la conflagración.
El encanto de Morey
El edificio Morey surge aproximadamente en la misma época del anterior. Resultó una de las construcciones más importantes, siendo el segundo edificio en tamaño de la ciudad. Consta de cinco niveles, coronado por una gran buhardilla que estuvo cubierta por tejas metálicas planas prefabricadas, caracterizada por un enorme lucernario que servía para iluminar el espacio bajo la cubierta.
La edificación posee una gran torre poligonal, en el ángulo formado por las calles Duarte y Sánchez. Está coronada por un techo cónico, cubierto por tejas planas. Esta torre arranca en voladizo sobre el segundo nivel de la construcción.
Se encuentra iluminada y ventilada por juegos de vanos alternados que contienen persianas francesas y otros, vitrales emplomados con diseños florales y geométricos del tipo grisalla, propios de la época.
El edificio, en sus dos fachadas principales, cuenta con un repertorio de balcones individuales con puertas de acceso al exterior. Destacándose por la belleza y armonía de sus diseños Art Nouveau de los barandales de hierro colado, en forma abombada concebido para función hotelera, allí operó el Hotel Savoy.
La primera planta estuvo destinada a recepción y a un elegante restaurante bar, muy solicitado en la época.
Espacios coloridos
— Pinturas en paredes
Estos espacios estuvieron decorados con pinturas en paredes y techumbre, por el artista Enrique Tarazona, el que decoro, así mismo, el notable teatro Colón, de San Pedro de Macorís, desaparecido y que era solo comparable al Colón de Buenos Aires.
*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS, CÉSAR IVÁN FERIS IGLESIAS Y CÉSAR LANGA FERREIRA