Cada vez son más crecientes las expectativas en torno al gobierno que presidirán Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno a partir del 16 de agosto, en virtud de las promesas de cambio que fueron enarboladas durante la pasada campaña electoral y también después de conocida la voluntad popular expresada en las urnas.
La mayoría de las designaciones a los cargos públicos han llamado una buena calificación por parte de la sociedad civil, principalmente en el área económica, por la trayectoria de los favorecidos con la decisión del presidente electo Luis Abinader.
Habrá, sin embargo, que esperar que estos nuevos funcionarios puedan corresponder a las demandas sociales y económicas acumuladas desde antes y después de la pandemia del coronavirus. Con las secuelas de incertidumbre y frustración que han provocado la cantidad de fallecidos y de contagiados. A partir de ahora, la cosa será diferente, debido a que habrá que materializar las promesas de campaña en hechos concretos.
La confianza
La atención colectiva va dirigida hacia quién sería el procurador general de la República, en medio de la presión social. De ahí, según algunos, arrancaría lo que sería el nuevo gobierno en la definición de su política contra la corrupción y la impunidad, en vista de que el presidente electo ha sido reiterativo en pronunciarse a favor de la transparencia.
Poco a poco se acercan los días para que las nuevas autoridades no tengan pretextos para actuar en el escenario que amerite la circunstancia en materia sanitaria, económica e institucional. La confianza, sin embargo, puede ser el mejor estandarte de Abinader y su equipo para mantener el apoyo ganador en las pasadas elecciones.