Por: Julio Cesar Disla
Estamos rodeados por doquier por este deporte, no nos limitemos a ver como juegan los millonarios y usémoslo como metáfora de la vida. ¿Por qué no utilizarlo a nuestro favor? La mayoría de los estudios señalan que el béisbol evolucionó desde una variedad de juegos similares.
Una leyenda popular cuenta que Abner Doubleday, quien llegó a ser oficial del Ejército de Estados Unidos durante la Guerra Civil estadunidenses (1861-1865), inventó el béisbol en Cooperstown (Nueva York) en 1839.
Se juega sobre un triángulo verde, siendo el verde el color que simboliza la eternidad. Los jugadores de un partido son nueve para cada equipo en el terreno de juego. En el centro del pley hay una lomita con una tabla en el medio, símbolo del tesoro, o de la alquimia, o del sol, o del Dios esotérico. Podemos ser más o menos escépticos ante la concepción mágica del béisbol que plantea el maestro gringo, pero tenemos que aceptar que es difícil considerarlo un juego más. Este deporte es capaz de lo mejor y de lo peor.
Tanto puede conseguir treguas en medio de una guerra mundial como general comportamiento criminales. Pero lo que sin duda provoca es un interés social y mediático muy por encima de cualquier otra actividad humana, por algo les llaman el pasa tiempo norteamericano. Seamos o no aficionados, del béisbol se puede extraer enseñanzas para aplicarlas a nuestra vida, del mismo modo que en el mundo de los negocios hace tiempo que se aplican sus técnicas de liderazgo y gestión del talento.
Ahora nos toca a nosotros saber leer los partidos en clave de crecimiento personal, darnos cuenta de que en muchas ocasiones lo que reprochamos o elogiamos a nuestro equipo no está lejos de lo que podemos alabarnos o criticarnos a nosotros mismos.
¿Acaso no sabemos que dudar hace que un pitcher pierda una buena ocasión de lanzar un buen lanzamiento para abanicar al bateador? ¿No es desesperante que un equipo baje los brazos cuando aún quedan varios innings por jugar? ¿No nos provoca cierta vergüenza ajena ver a un jugador que no sabe perder? ¿O cuando se comporta muy activo tras alcanzar una victoria?
Seguro que cada uno puede sacar sus conclusiones. Lo importante es dejar de ser espectadores pasivos y animarse a aplicar todas las lecciones que nos puede dar el béisbol. Empecemos por ver algunas situaciones que se producen en el juego y hagámoslas nuestro equipo titular para el crecimiento personal.
1.-Siempre se empieza cero a cero. Decía Pedro Martínez, miembro del Salón de la Fama, que el béisbol es imprevisible porque todos los partidos empiezan cero a cero. Una frase tan obvia como inspiradora. Y es que cada encuentro es un comienzo. Un nuevo reto. Una nueva oportunidad que debemos afrontar concentrados, con humildad, pero sin complejos. De poco sirven los éxitos o los fracasos del pasado. Empecemos cada día desde cero. Saltemos de la cama sabiendo que hoy es una nueva oportunidad de la vida.
2.- No siempre se gana, pero siempre se compite. Ni el mejor de los mejores equipos de la historia es capaz de vencer siempre. Así es la vida. La diferencia esta en ser competitivos, en darlo todo, intentarlo una y otra vez. En trabajar y trabajarse la victoria. Siempre escucho a los jugadores decir,” jugar el juego”. Si, a veces se juega muy bien y se pierde, pero de lo que tenemos que darnos cuenta es de que jugando muy bien es más fácil ganar, y que tarde o temprano llegarán los resultados. La única manera de hacerlo muy bien de vez en cuando es intentar hacerlo bien siempre.
3.-El equilibrio es fundamental. ¿Se imagina un equipo con los 9 jugadores que solo batean a la zurda? Sería un gran problema para el mánayer, o un rompe rompecabezas para el capataz. Nosotros, igual, tenemos que encontrar el equilibrio en todas las posiciones del campo de nuestra vida: pareja, familia, amigos, trabajos, ocio, … Por muy bien que cubramos uno de estos aspectos, si los otros quedan desatendidos será muy difícil conseguir unos buenos resultados en los partidos importantes de nuestra vida.
4.-Por bueno que seas, hay que entrenar, incluso, David Ortiz, que fue un jugador que lo tuvo todo, dijo en la cresta de su carrera: Tengo mucho que aprender”, y para ello, practicar, prepararse y seguir creciendo es lo que hace que los buenos se conviertan en estrellas mundiales. Ellos, precisamente, son los que más horas dedican a perfeccionarse. No se conforman, son los que se quedan un tiempo extra, sea lo que sea lo que se nos da bien, la practica repetida y diaria nos ayuda a seguir creciendo, adaptarnos a los nuevos desafíos.
5.-Sentirse arropado por tu público. Pedro Martínez declaró en una oportunidad, cuando lo abordaron sobre los Yanquee de Nueva York: “The Yanquees are my Father”,(Los Yanquees son mis padres,). Pedro exhibió una gran humildad cuando dijo esa expresión, el mensaje era subliminal; pero los fanáticos de los muslos de Nueva York no lo entendieron así, y cada vez que Pedro pichaba en el estadio de los Yanquees 50,000 fanáticos les gritaban, Pedro Who’s your father?. Pedro, quien es tu padre?.
Martínez aseguró, en una reciente entrevista, “la gente no sabe la fuerza que transmite a los jugadores”. Nosotros también debemos procurarnos un entorno que nos anime, nos aliente y de alas a nuestros sueños cuando las fuerzas nos fallan, y eso no es todo, también debemos comportarnos así con los demás. Ser fuente de ánimo, no de desaliento.
6.-El arma secreta de lo inesperado. Intentar una y otra vez la misma jugada y chocar con el muro del fracaso. ¿Qué hacer cuando nada de lo que hacemos funciona? Algo diferente.
Eso es lo que hacen los grandes equipos, jugadores y entrenadores. Cambiar, probar algo nuevo que sorprenda al adversario, algo creativo que salga de la improvisación. Porque cuando nada parece ir bien, la creatividad inesperada es la diferencia y no hay que olvidar que “la creatividad se aprende igual que se aprende a leer, como dijo Rafael Chaljub Mejía.
7.- Los cambios en el momento justo y oportuno. Un buen mánager a lo largo de un partido debe hacer cambios, no puede sustituir a todos, solo a tres. Y es por eso que hay que saber analizar, prever los problemas, dosificar el cansancio, el esfuerzo… Nosotros igual, porque el secreto está en saber ajustarse, en modificar, en rectificar. podemos conseguir darle la vuelta a un resultado adverso o seguir incrementando la ventaja en el marcador ajustando algunos puntos del esquema. Para eso debemos estar siempre alerta en lo que respecta a los puntos fuertes y débiles de las situaciones que se nos presentan.
8.- Hasta que no hayan hecho el out número 27, hay juego. Pase lo que pase, mientras que la pelota esté en juego, pueden pasar muchas cosas, podemos remontar, nos pueden marcar, fijémonos en lo que ocurrió en la temporada 2004 de las grandes ligas en la serie de campeonato de la Liga Americana. Los Yanquees de Nueva York iban ganando 3 a 0 a los Medias Rojas de Boston. Al final los Red Sox remontaron y se alzó con el titulo para irse a las Series Mundial. Nunca pensaron que estaban perdidos, nunca desistieron. Por eso se alzaron con la victoria, porque fueron conscientes de que el partido dura hasta que se haya hecho el out número 27.
9.- Se dice jugar el béisbol. Nadie dice vamos a trabajar el béisbol. En unas declaraciones Manny Ramírez aseguraba que no debíamos olvidar que “el béisbol es un juego”, esto significa que el verbo jugar implica diversión, entrega, pasión, entusiasmo… Hoy es fundamental que psicólogos, pedagogos y otros especialistas pongan énfasis en la importancia del juego como fuente de crecimiento personal.
Es importante no olvidarlo. Porque jugar es re-crearse, y cuando lo hacemos es cuando aprendemos en serio. Y como dice Tony La Russa a sus jugadores antes de jugar una importante final: Salgan y disfruten del partido”. Lógicamente, ganaron.