En los últimos años, nuestra manera de relacionarnos con el mundo y con las personas que nos rodean ha cambiado mucho debido a la tecnología.
La conexión entre el cerebro y las emociones es una de las más estudiadas en el ámbito de la neurociencia. Con la era de internet y especialmente de las redes sociales nuestra forma de relacionarnos ha cambiado por completo haciendo que también se transforme nuestra forma de expresar y sentir las emociones.
Raquel Mascaraque, es periodista especializada en neurociencia, publicista y comunicadora. Tras terminar las licenciaturas de Publicidad, Periodismo y Comunicación Audiovisual, siguió su formación con un máster de neuromarketing donde descubrió que el cerebro es fascinante y empezó a estudiar todo lo que pudo acerca de él.
Para completar su formación, ha realizado varios cursos de psicología emocional en la Asociación Española de Psicología Sanitaria.
«¡A cerebrar! Un viaje por tus emociones a través de la neurociencia» es el título de su libro en el que, a través de diferentes capítulos, reflexiona sobre el mundo de los sentimientos y las emociones, desde la tristeza hasta la felicidad, analizando cómo han cambiado con las redes sociales y el mundo offline, con el objetivo último de conocernos mejor.
Conexión cerebro-emoción
A lo largo de la historia muchos expertos de la salud y de otros sectores como filósofos, pensadores, sociólogos… han intentado averiguar, describir y explicar el porque de las diferentes emociones y el impacto que tienen en nuestras vidas.
«No hay emociones positivas o negativas. Hay emociones que nos hacen sentir bien, emociones que nos cuesta mucho más procesar, pero cada una de las tiene una función evolutiva y nos ayudan en la supervivencia», señala la autora.
La emoción, señala Raquel, es algo que no podemos controlar, viene implícito en el ser humano como si estuviésemos programados para sentirlo, como si fuera un programa de ordenador y todo el mundo ejecutara de la misma manera.
«Por un lado tenemos la teoría de la emoción universal de Paul Ekman, dice que todo el mundo tenemos las mismas emociones. Da igual la cultura, el lenguaje, el género, las emociones son universales y están en ese sentido fuera de nuestro control», resume.
«Por otro lado, está la vertiente de Lisa Feldman, conocida como la teoría de la emoción construida, que sostiene que las emociones en nuestro cerebro se construyen según vamos necesitándolas. De hecho, defiende que las emociones no siempre siguen el mismo patrón como sí afirma Ekman», aclara Raquel Mascaraque.
Cerebro y emociones en modo online
En los últimos años, nuestra manera de relacionarnos con el mundo y con las personas que nos rodean ha cambiado mucho debido a la tecnología.
«Ahora además de las amistades propias que podemos tener en nuestro entorno, hay que sumarle todas aquellas que tenemos en el mundo de internet creándose así sentimientos a nivel offline y online.», sostiene Raquel Mascaraque.
En definitiva, el mundo online nos ha capturado y forma parte de toda nuestra realidad. Ahora en el mundo de las emociones también entran en juego las redes sociales, las videollamadas, el teletrabajo, el WhatsApp…
Pero, ¿qué diferencia hay en tu cerebro cuando vives online?
Lo que pasa, según la autora, es que sientes en tu vida online exactamente lo mismo que en tu vida offline.
«En tu vida online te enamoras en aplicaciones para ligar, te ríes compartiendo memes en Instagram, lloras cuando te hacen bulling en comentarios de TikTok o de otra red social, sientes envidia cuando los demás suben fotos de vacaciones o en un concierto al que no has podido ir. Ahora en internet reímos, lloramos, sentimos miedo, decepción… exactamente las mismas emociones que en el mundo real y eso puede llegar a ser muy confuso.», afirma Mascaraque.
Encajar o no encajar
«Como animales sociales que somos, necesitamos ser aceptados en sociedad y relacionarnos en sociedad», afirma la divulgadora.
La autora explica que conectar con otra gente nos hace liberar dopamina y que nuestro cerebro está preparado para que le importe la opinión de nuestro circulo más cercano, de encajar en nuestro pequeño mundo.
Sin embargo, nuestro cerebro no esta preparado para gustar y encajar a cientos o miles de personas que están detrás de las redes sociales.
En este sentido, al miedo al rechazo a no encajar en el mundo offline ahora se le suma el mundo online, donde todo es mucho más irracional y sobre todo difícil de controlar.
Emociones y likes en el cerebro
«No es que las redes sociales sean el demonio, pero siempre va a depender de cómo las utilicemos», sostiene.
En la era digital, explica Raquel Mascaraque, los likes se han convertido en abrazos virtuales, en felicitaciones online o en esa palmadita en la espalda en señal de aprobación que recibiríamos en la vida offline.
De este modo, la realidad se crea en base a esta falsa percepción y recibimos esos pequeños premios en forma de me gusta que liberan en nuestro cerebros.
La conexión de los likes con las emociones cada día es mas directa. Mascaraque expone que la realidad acaba distorsionándose en el mundo online al confundirse los likes con emociones reales.
«El hecho de dejar de recibir likes, de sentirse rechazado por la comunidad online genera depresiones, trastornos, efectos dañinos en la salud mental, sobre todo de los más jóvenes», concluye.