Las edades, a mis 69

Las edades, a mis 69

Las edades, a mis 69

Raphy D'Oleo, empresario artístico

*Por Raphy D´Oleo

La vida es una sucesión de décadas, etapas de diez años donde acumulamos experiencias propias y ajenas.

Los primeros 10

Son tan frágiles que apenas lo recordamos, vuelan como mariposas sin necesidad de posarse en ninguna flor. Somos felices y despreocupados, libres y paradójicamente encerrados en una burbuja de fantasías.

Los 20
Con los próximos llegamos a ¨los veinte¨. Adquirimos la conciencia de ¨quiero ser¨ y cuando te llaman inmediatamente te etiquetan: ven…te… graduaras—ven…te… casaras—ven…te…a cada rato

Los 30
Así cambia nuestra vida. Es un tren que se lleva todo. Un amplio horizonte donde el cielo y el mar parecen que se unen. Nada nos importa y corremos por los vericuetos de nuestra existencia sin pausas y con prisa. Somos capaces de conseguir en un segundo lo que a la divinidad le ha costado una eternidad, y comenzamos a crear la base firme de nuestra felicidad futura o a cavar la tumba donde yaceran los restos mortales de nuestra conciencia cósmica.

Los 40
Y llegan ¨los cuarenta ̈, la colocación de este ser lleno de neuronas libres en un cuerpo en cuarentena. Ya los pasos del mañana pisan los escalones de un hoy prematuro en cuya escalera descansa la prudencia. A cuarentena se llevan ̈las malas noches¨, que de malas no tienen nada, las satisfacciones culinarias que se convierten en animosidades repentinas y entre mecedoras y pantallas, las vías naturales del condominio sanguíneo se saturan de lipos y toxinas.

Los 50
Ah!!. pero entramos a ̈los cincuenta¨…el nombre te lo dice todo. Ya no hay cuentas que saldar ni plazos que cumplir. En los próximos 10 años estamos en un punto alto donde todo se ve pequeño y la existencia adquiere el color sepia que da el tiempo a las blancas azucenas que se posan sobre nuestra cabeza. Las canas, blancas, oscurecen la irracionalidad de nuestro cerebro creando una aureola brillante que contextualiza el desarrollo de nuestra mente.
Ahora somos capaces de llamar a las cosas por su nombre sin importarnos quien se ofende. Las verdades adquieren matices de axiomas, nada que demostrar. La firme base de ¨los treinta¨ saca su espada cual Damocles para guillotinarnos, o exhibe su felicidad onírica para llevarnos a los dinteles de la gloria.

Los 60
Llegamos a ¨los sesenta¨, el éxtasis: confirmo que la vida es una tómbola desde que nacemos, donde el premio mayor solo lo obtienes en esta edad, al saber que las riquezas materiales son desechos que mueren con nosotros, y que lo único valedero para ser feliz es tener gente que te quiere sin ver quién eres o cuánto tienes.

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