Las dos varas de Almagro y la OEA

Las dos varas de Almagro y la OEA

Las dos varas de Almagro y la OEA

German Marte

Desde su fundación en 1948, el objetivo fundamental de la cada vez más desacreditada Organización de Estados Americanos (OEA) ha sido lograr que en sus 35 Estados miembros haya “un orden de paz y de justicia, fomentar su solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia” (artículo 1 de la Carta de la OEA).

Es decir que, al menos teóricamente, por principio la OEA no está para atentar contra la soberanía de los países que la integran, sino todo lo contrario. Aunque también es cierto que a los dominicanos nos consta que ese organismo se ha prestado para “justificar” agresiones contra los pueblos como ocurrió en abril de 1965, con la invasión de 42 mil marines .

Ese capítulo indecoroso contra la República Dominicana fue suficiente para que a la OEA se le cayera la careta. Sin embargo, hay que reconocer que en los últimos años se hicieron esfuerzos por recuperar el prestigio perdido, y de algún modo -pese a algunos traspiés como el de Honduras- el organismo logró que se comenzara a ver de otra manera.

Lamentablemente, bajo la gestión del uruguayo Luis Almagro la OEA se ha sumido en el descrédito, esto porque al secretario general se le ve más que beligerante, como un fanático intransigente ante determinados gobiernos. A él lo separa un abismo del mediador por excelencia que se supone debería ser en crisis como la de Venezuela.

En su más reciente declaración sobre la patria de Simón Bolívar, Almagro manifestó descaradamente que las sanciones contra Venezuela deberían ser más “fuertes y generales”, al tiempo que pidió a la oposición venezolana que sea “fuerte”.

O sea, el incumbente del principal organismo regional es más radical contra el gobierno de Maduro que los mismos dirigentes de la Mesa de Unidad Democrática, que aglutina a la oposición.

Algo inexplicable.

Mientras se muestra más radical que los locos del Estado Islámico, Almagro “no dice ni esta boca es mía” ante el descalabro institucional, la corrupción generalizada y la falta de legitimidad del Gobierno de Michel Temer en Brasil, quien según un sondeo realizado por el Instituto Ibope, dada a conocer el jueves pasado, apenas cuenta con la aprobación del 3 % de los brasileños.

Y ese doble rasero de su secretario general, a quien definitivamente el cargo le queda grande, además de que irrespeta el derecho a la autodeterminación de los pueblos, en nada contribuye a levantar el alicaído prestigio de la OEA.

Pienso que Almagro debería meterse sus propias varas en los bolsillos y callar.

Pues más allá de la OEA, los problemas de Brasil y Venezuela deben ser resueltos por los brasileños y los venezolanos y solo debería inmiscuirse alguien si las partes en conflicto se lo solicitan. Todo lo demás sobra, especialmente si es veneno amargo e indecoroso.



German Marte

Editor www.eldia.com.do

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