Tenemos en el país una paila muy grande y otra más pequeña haciendo sancocho político. En una se cuecen ingredientes de mucho poder. Predomina el condimento PLD, en variadas presentaciones: funcionarios del gobierno, legisladores, dirigentes del partido, comité político, altas cortes, etc.
También le pusieron a este caldo, pedazos del PRD y del PRSC. El condimento de la Fuerza Nacional Progresista, FNP, fue retirado por ser incompatible con otros. Esa olla hierve a todo dar. La leña que atiza el fuego procede de materiales que van desechando: ideologías de partidos, principios, honestidad, “los FIRMES”, etc. Los encargados de suministrar los ingredientes han hecho tremendo negocio.
Cuando este sancocho esté listo, ¿quiénes lo degustarán? Es un plato para poderosos. Los “hijos de machepa” no serán cocineros ni comensales. No tienen cabida. Sus ingredientes lo compran barato para no oír sus lamentos, para arrinconarlos. Si piden algo les lanzan las “sobras”.
Tratan de reunir los ingredientes: PRM, Convergencia, Frente Amplio, Movimiento Rebelde, Opción Democrática, Alianza País, etc. ¿Comerán algún día? El olor de la comida de los ricos y poderosos invade el ambiente.
Se escucha la algarabía. Se reparten el pastel. “Comen solos”. Una vez en la mesa, ¿le permitirán compartirlo con los desposeídos? Hay muchas palanganas comprometidas con los que permitieron preparar la comida, esto es, el presidente del PLD, del PRD, “los FIRMES” u otros. Por más buena intención que tenga el invitado, es poco lo que podrá darles a los infelices. Todo parece indicar que la mayoría morirá de hambre, pues el sancochito de la oposición apenas comienzan a prepararlo y con pocos ingredientes.
El condimento de la FNP es como el zumo de la naranja agria, queda bien en cualquier caldo, da sabor especial. ¿Irá a alguna paila?
Oh Dios, ¿cuál será el futuro de los pobres? ¿Cuándo respetarán sus derechos y desarrollarán sus potencialidades, sin mendigar? ¿Y si despiertan indignados? Es difícil. Tranquiliza saber que Dios observa. Puede cambiar el rumbo de la humanidad en cuestión de segundos.
Esperemos la reacción del invitado especial. Puede no llegar a la mesa de los poderosos o puede ingerir el sancocho sin inmutarse, sabiéndose rodeado de algunos “Judas”. Para luego, como Jesús en el templo, tomar el látigo con firmeza y coraje, sacar los mercaderes, despejar el ambiente y poner los recursos al servicio del pueblo. Esperemos.