*Por Vïctor Féliz
La expresión “el cliente siempre tiene la razón” se remonta siglos atrás y no dista mucho de la realidad en que vivimos hoy día. La dependencia de los clientes para los negocios es determinante para poder subsistir en el mercado tan competitivo que tenemos. Si bien es cierto que la competencia es agresiva cuando de captar clientes se refiere, no es menos cierto que el cliente mismo está cada vez más consciente de su importancia y sus niveles de exigencia crecen de manera exponencial.
El mismo criterio deben tener los gobiernos locales sobre la importancia que tiene los habitantes de sus demarcaciones a la hora de darles los servicios requeridos.
Usted, estimado lector, me contradecirá tratando de explicarme que no hay opción al momento de escoger quien nos dará los servicios municipales, pues son competencias exclusivas de los ayuntamientos que les otorga la ley. De inmediato me apresuro a exponerle lo siguiente: ciertamente la ley 176-07 les da la facultad exclusiva a las corporaciones edilicias como órganos de gobierno político de una localidad para ejercer el control y prestar los servicios que la misma ley detalla (artículos 19 y 20) sin embargo, el control social lo tenemos los ciudadanos. Este control es tan poderoso que si es usado correcta y oportunamente seremos tan importantes como los “clientes para los negocios”.
Todas las autoridades ya están expuestas al escrutinio público de manera constante. El uso de los medios electrónicos y de las redes sociales los pone en el ojo del huracán. Es impensable que un político activo y adecuado a estos tiempos no tenga una “ventana” social por el cual se comunique con los electores. Durante las campañas electorales se muestran muy alcanzables, dispuestos a escuchar, compartir ideas y propuestas sin importar si son lógicas o no. Por tanto, deben hacer lo propio una vez alcancen las posiciones que tanto anhelaban. Además de este control social existen leyes que comprometen hasta el patrimonio personal de los alcaldes si estos no cumplen con su deber.
El quid del asunto es como deslindar lo personal de lo institucional de manera que podamos ejercer control sobre las cosas del ayuntamiento y no sobre la vida personal del alcalde. No olvidemos que lo que se busca a través de este control es la vigilancia de la gestión pública, velar por la correcta inversión de los recursos públicos y garantizar la correcta gestión del servicio a la comunidad a través de la participación activa de los ciudadanos.
Conocemos de herramientas tecnológicas que utilizan un montón de ciudades como forma de mantener contacto con su población y por medio de la cual se ejerce un control social justo y equilibrado. Una aplicación (app) que recoja incidencias en donde el munícipe sea el que informe sobre las cosas que suceden al área correspondiente del gobierno local y este departamento responsable le de respuesta a esa inquietud.
Obviamente lo que proponemos es un tanto más complejo para lograr su implementación pero, por tiempo y espacio, en esta ocasión, no podemos detallar a nuestras anchas lo que proponemos, por tal razón le invitamos a que busquen la versión publicada en fecha 8 de agosto en nuestro canal de YouTube “Municipalidad Global” en donde detallamos los avances en la materia con el amigo José Juan Nebro; sin dudas, aquellos que aman el mundo municipal, encontraran un festín.