Las consecuencias
En estos días, navegando por las redes, leí una de esas frases inspiradoras que tanto aparecen por ahí, y se me ha quedado rondando por la cabeza. Se la adjudicaban a la siempre acertada Mafalda.
No sé si es verdad, pero como sea la frase decía: “En la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias”.
Siempre he pensado eso. Cualquier decisión o acción que tomemos trae consecuencias y debemos tener la capacidad de asumirlas.
En demasiadas ocasiones se nos nubla el criterio y solo vemos ganar o perder y eso, al final, es totalmente momentáneo, las consecuencias son las que perduran y las que no dan el verdadero aprendizaje.
Y lo más increíble es que podemos fracasar, pero a la larga darnos cuenta de que fue algo total y completamente positivo. Por eso siempre valoro las cosas con calma, no me emociono sin control si tengo éxito, ni me hundo si fracaso.
Poco después, pase una cosa u otra, empiezan a surgir esas ramificaciones que real y efectivamente serán consecuencias, a veces positivas otras negativas.
Además, siempre, siempre analizo de forma muy incisiva las decisiones que voy a tomar, y ahí valoro qué puede pasar, cómo me va a afectar y cómo lo hará en mi entorno cercano. Y luego, decido.
Muchos pensarán que es agotador, pero con el tiempo lo hago casi sin darme cuenta y desde que dejo de pensar en los beneficios o problemas que esa acción me traerá y veo las posibilidades, consecuencias y reacciones todo se me hace más fácil. Ganar se puede. Perder, también.
Pero vislumbrar más allá y ser capaz de asumir esas consecuencias, no es tan sencillo. Mafalda tiene razón. Pensemos más allá de lo inmediato y seamos capaces de asumir las consecuencias para siempre caminar hacia delante.
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