Las ciudades y la clase media

Las ciudades y la clase media

Las ciudades y la clase media

Víctor Féliz Solano

La clase media es el espíritu impulsador del desarrollo de una sociedad. Sin embargo, no tiene quien evite que pasen de ser un blanco de consumidor a un blanco víctima de la explotación y de los abusos.

Los seguros de salud están diseñados para la clase media, las asociaciones de ahorros y préstamos, los comercios de consumos, los salones, las estéticas, el 90 % de los colegios, etc., todo el que planea establecer un negocio propio o una gran industria, piensa en su blanco de público y la mayoría de ese público es de clase media.

Pero si hacemos una lista de las obras que realiza cualquier gobierno del mundo, podremos confirmar esto.

Las bibliotecas públicas están construidas para los miembros de la clase media, pues los ricos tienen una propia en sus casas y los de la clase baja, aunque persiguen educarse como forma de salir de la pobreza, se conforman, producto de sus limitaciones y carencias culturales, con una educación básica.

Las plazas de la cultura, los museos, los teatros, los conservatorios de música, entre otras.

Parece paradójico que nuestros gobiernos y estamentos estatales, se afanen tanto en estas obras, sin embargo, hay que preguntarse ¿para quiénes las hacen? Pues a la vez al través de políticas públicas erradas que en vez de buscar el fortalecimiento de esta clase y su protección lo que logran es eliminarla poco a poco. Tendremos lindos teatros, pero vacíos.

La base fundamental de la clase media está en los mismos deseos y superaciones de quienes la componen.
Un techo propio, educación para sus hijos, un trabajo digno y acceso a los servicios públicos elementales que deben recibir a cambio del montón de impuestos que pagan al través del ISR, (que no va a la par con la realidad), ITBIS, etc., son sus aspiraciones.

Si nos fijamos, podemos colegir que no son descabelladas estas aspiraciones
Pero, la sociedad dominicana esta perpleja al ver cómo el Estado se ha convertido en un boomerang que arrebata todas las grandes conquistas que se lograron en años atrás impulsadas desde el Estado mismo.

La clase media se ha visto acorralada, ya no puede pagar un colegio privado, ya no goza de seguridad en los espacios públicos, perdieron las playas, los parques, las aceras, ya no cuenta con tasas atractivas y “cumplibles” para poder adquirir un techo, ya ven los autos económicos como un lujo, no pueden planear vacaciones de verano y ya no pueden dormir tranquilos en sus hogares pues se viola olímpicamente el derecho a la paz social.

Todo se disgrega en lo cotidiano y de repente se ven en el espejo y se preguntan ¿qué es lo que estamos haciendo para construir nuestro futuro? Solo atinan a pensar en apenas un minuto, en que el futuro está en irse al exterior.
Sin embargo, podemos lograr que esta olvidada clase media se vea cada vez menos amenazada en desaparecer, garantizándoles a sus miembros las más elementales herramientas de desarrollo.

Con una clase media, el país gana. Gana en profesionalización de sus nacionales, más educación, más cultura, menos violencia, menos embarazos en adolescentes, menos abortos, más cultura del voto, más participación en la actividad política de personas íntegras, más valores morales, menos corrupción, más fe en Dios, en fin, un país lleno de gentes felices y correctas; menos fugas de cerebros, lo que garantiza un futuro promisorio alcanzando la resurrección dominicana.

Pero para esto debemos tener políticas definidas para el fortalecimiento de esta clase media, dolientes que se llenen de valor y coraje, cual héroe de historieta que salga en defensa de ella y entonces así y sólo así y sin darnos cuenta, tendremos un país fuerte, vigoroso de cara al futuro, lleno de instituciones privadas y públicas correctas y que paguen religiosamente sus impuestos pues estos les serán devueltos en obras de bien colectivo y para el fortalecimiento de servicios públicos básicos de los cuales se beneficiaría el 100 % de la población.

*Por Víctor Féliz



El Día

Periódico independiente.