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La muy noble ciudad de Santo Domingo, construida por frey Nicolás de Ovando a partir de 1502, cuando trasladó la ciudad a la margen occidental del río Ozama, se destacó desde el primer cuarto del siglo XVI, por poseer hermosas edificaciones levantadas en materiales duraderos, generalmente en piedra coralina.
Los funcionarios reales y las familias ornamentaron las fachadas con los escudos nobiliarios que las identificaban.
La ciudad fue comparada con Florencia y Barcelona, las dos urbes más avanzadas de la Europa renacentista por los más egregios visitantes.
