Las cárceles
Las cárceles, a las que se les puede nombrar de maneras diferentes según el grado de civilización que se le atribuya al modelo según el cual funcionan, son por su naturaleza difíciles de manejar.
Piénsese, nada más, en las razones por las que va a dar allí una persona. Y a pesar de que hay en el país algunos de estos centros de reclusión a los que se les antepone el calificativo “modelo”, otros siguen siendo “almacenes” de gente en conflicto con las normas de civilización, convivencia y y sentido de lo humano.
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Quienes tienen que vérselas con ellos no pueden ser, de ninguna manera, personas inspiradas por la vida y obras de la madre Teresa de Calcuta.
El Pinito…
Desde luego, en lo alto de la Procuraduría General de la República se sabe esto y tal vez por esta razón se les tiene el ojo encima.
Esto, por lo visto, no impide situaciones como las de El Pinito, en La Vega, que igual puede pasar en el 15 de Azua, La Victoria o El Seibo, para sólo referir tres casos en los que los reclusos son mantenidos en las peores condiciones.
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