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Las caras de la violencia, ninguna de fiesta

Miguel Febles
📷 Miguel Febles

Una forma de la violencia, la que pudiera ser considerada cultural, es común en la sociedad dominicana. Con ella convivimos en las calles, en las comunicaciones sociales, el tránsito en las vías públicas, en los hogares y en los centros de diversión.

El insulto, o ataques contra el honor de terceros, ¿es o no violencia? ¿Es o no común entre nosotros?
De la que ahora estremece a la sociedad, originada en un individuo al parecer en un estado alterado de la personalidad, de esa no tenemos informaciones profusas como de la referida en el párrafo precedente, pero ocurre, por lo visto. Tal vez no es común, o queda traslapada en la cultural.

Los profesionales de la conducta acaso pudieran dar luz sobre esta forma de la violencia y de la forma en que incide en la población.

Puestos a buscar, así, en algunos hechos relativamente recientes y del dominio de la opinión pública, podemos sacar a flote una bronca registrada a finales de abril de 2022 entre un hombre y una mujer en Ágora Mall, un centro comercial de la Capital, que culminó en la muerte de David de los Santos, coprotagonista del indicado incidente, mientras se encontraba bajo custodia policial en el destacamento Naco. Este caso llegó a los tribunales y recientemente hubo condenas.

También alcanzó notoriedad la muerte de Johel Raphael Cabrera Espino, que conducía una yipeta la madrugada del 11 de diciembre, del 2022 por cierto, cuando fue alcanzado por una roca lanzada desde el paso peatonal de la intersección entre las avenidas Máximo Gómez y 27 de Febrero. El hombre que lanzó la roca era Newton Pérez Féliz, debía de ser una persona con la salud mental comprometida.

¿Y la muerte de Guillermo Silvestre Moncada, ocurrida en noviembre de 2011 en Piantini del Distrito Nacional tras el impacto de diez balas disparadas por Ramón Emilio González en la discusión por un espacio de estacionamiento? ¿Cómo calificamos este hecho? ¿Tenía este hombre su salud mental afectada o su comportamiento, su rabia, fue una de tantas expresiones de la dominicanidad?

En los registros policiales pueden ser verificadas a diario las consecuencias de la violencia cultural, social si se quiere, que si han de ser atribuidas a alguna patología, no es precisamente la que encuentra remedio en los consultorios siquiátricos o en los hospitales especializados de esta rama de la medicina.
La violencia cultural, a la que no escapa la Policía, nos alcanza a todos.

Y por cierto, la noche del martes pasado los agentes de este cuerpo de orden que acudieron a Naco por el caso de Jean Pumarol utilizaron armas no letales para someter al hombre que apuñaló a seis personas, pero esa misma Policía al día siguiente reportaba el abatimiento de dos hombres que habrían enfrentado a una patrulla en la autopista Duarte.

Los intercambios de disparos todavía existen. ¿Podrán estos casos ser tratados algún día con la profesionalidad con la que fue manejada la situación en Naco?

Y todavía más, ¿es este hombre, Pumarol, un inimputable? Acaso este es un tecnicismo propio de un tribunal, pero ahí queda la inquietud.

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Miguel Febles

Periodista. Editor en jefe.

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