Aquellos que se toman el trabajo de leer con regularidad esta columna, recordarán que la semana pasada me referí al caso de las dos banderas, dominicana la una y venezolana la otra, que ondeaban paralelas en un parque de la ciudad, con la especial característica de que la foránea era visiblemente más grande que la nuestra.
Sugerí yo en aquella ocasión que el entuerto fuera corregido a la mayor brevedad posible, y lo hice sin saber a quién o a cuál dependencia oficial o privada correspondía esa responsabilidad. Todavía no lo sé, ni pretendo saberlo, porque mi intención no ha sido poner a nadie en problemas, sino contribuir a la enmienda de lo que bien podría calificarse de ser un simple descuido.
En los dos o tres días subsiguientes a mi comentario observé que las dos banderas habían sido arriadas y las respectivas astas lucían vacías. Supuse que estarían buscando banderas nuevas y de igual tamaño, y decidí esperar antes de publicar otro comentario.
¡Y tuve razón! Desde ayer por la tarde ondean, orondos, hermanados y de igual tamaño, los pabellones patrios de Duarte y Bolívar, como debe ser, en el parquecito ubicado en la esquina formada por las avenidas Lincoln y Bolívar de esta capital.
En la página 2 de esta misma edición de EL DÍA pueden ver los amables lectores ese bello rincón de la ciudad, adornado dignamente por las dos banderas de dos naciones hermanas. Gracias a quienes hayan sido tan receptivos para atender el sano reclamo en cuestión. ¡Enhorabuena!