Estamos rodeados de afirmaciones estadísticas.
Ya sea un gráfico llamativo que se vuelve viral en las redes sociales, un político que afirma que la vida ha mejorado un 62% mientras ha estado en el cargo, o simplemente algo cotidiano, como un puñado de datos económicos, los números están en todas partes.
Pero ¿cómo debemos tomarnos las estadísticas?
Un enfoque es no confiar en ninguna.
Murmura algo sobre mentiras y estadísticas o bromea diciendo que el 98% de ellas son inventadas.
Parece inteligente. Después de todo, a nadie le gusta que lo tomen por tonto.
Pero no podemos meterlas todas en el mismo saco y rechazarlas.
Las estadísticas pueden mostrarnos cosas sobre el mundo que no podemos percibir de ninguna otra manera.
Por eso, vale la pena usar el cerebro para averiguar qué es verdad y qué no lo es.
Eso suena difícil, pero tal vez es más fácil de lo que se podría pensar.
Así que aquí hay tres reglas sencillas para hacer que las estadísticas cobren sentido.
Son las tres C de la sabiduría de los datos.
1. Calma
La mayoría de las estadísticas vienen empaquetadas con bagaje emocional.
Se supone que nos harán enojar o alegrar o temer: déficits asombrosos, tasas de criminalidad impactantes, sumas inspiradoras recaudadas para buenas causas.
Estas emociones son la razón por la que las cifras se vuelven virales en las redes sociales, la razón por la que terminan en los titulares.
No hay nada de malo en sentir emociones, pero, a veces, no nos ayudan a pensar con claridad.
Así que antes de compartir una afirmación que te tiene inquieto, tómate un momento para notar cuál es exactamente tu reacción instintiva. ¿Rabia? ¿Negación? ¿Reivindicación?
Una vez que lo hayas notado, mira la estadística de nuevo.
Posiblemente la verás con nuevos ojos.
2. Contexto
Ilustremos con un ejemplo: en 2020, el Secretario de Salud de Reino Unido dijo que el NHS (el Servicio Nacional de Salud del país) ahorraría £100 millones en cinco años si todos los británicos que tuvieran sobrepeso perdían unas cuantas libras.
¿Qué debemos hacer con esa afirmación?
Podemos preguntarnos, por ejemplo, ¿qué quiere decir con sobrepeso? y ¿qué pruebas tiene para apoyar esta declaración?
Pero también podemos empezar por la pieza más importante del contexto, que además es fácil de desglosar: simplemente entender si £100 millones es un gran número.
Suena grande.
Pero con sólo consultar en tu teléfono o computador encontrarás que hay 67 millones de personas en Reino Unido.
Así que el ahorro del que estaba hablando era de £1,50 por persona.
Y recuerda que era £100 millones a lo largo de cinco años.
Eso es 30 peniques por persona, por año.
El Secretario de Salud dijo entonces que si cada persona con sobrepeso perdía algo de peso, el NHS ahorraría el equivalente a 30 peniques por residente de Reino Unido por año.
No mucho.
Las estadísticas pueden ser un tema muy complejo, pero se puede llegar muy lejos con preguntas simples sobre el contexto.
¿Qué se está midiendo? ¿Está al alza o baja? ¿Es grande o pequeño? ¿Cuál es la fuente de la afirmación?
No necesitas matemáticas de lujo, solo un motor de búsqueda o el otro lado de un sobre y una mente curiosa.
Lo que nos lleva al tercer principio importante…
3. Curiosidad
Cuando usamos un número como un arma en un argumento, o un apoyo para nuestras ideas preconcebidas, no aprendemos nada.
En su lugar, deberíamos pensar en la estadística como una herramienta para entender el mundo, como un telescopio para un astrónomo.
Pregúntate qué es lo que una afirmación estadística realmente te está diciendo de la realidad y qué preguntas inspira.
Por supuesto, no tenemos tiempo para hacer todo esto por cada afirmación que vemos, por lo que un hábito final es constatar que la fuente de una afirmación estadística está respetando las tres C.
Un buen artículo te ayudará a mantener la calma, te dará contexto y alimentará tu curiosidad.
Una trampa viral que circula en Twitter o WhatsApp a menudo hará lo contrario.
No debemos simplemente aceptar las estadísticas sin reflexionar, pero tampoco descartarlas sin pensar.
Tres hábitos simples, estar tranquilo, obtener contexto y ser curioso, pueden ayudar a que el mundo tenga más sentido.