Desde principios de diciembre siempre se escuchaba la voz de monseñor Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez a favor del cese del proselitismo a partir de la segunda semana del mes.
El argumento era básico, que la ciudadanía tenga la oportunidad de desintoxicarse de los “dimes y diretes” de la actividad política. Sin embargo, este año no se escucha el clamor de los obispos católicos para que el activismo sea pospuesto hasta enero.
Al contrario, los partidos han intensificado el accionar en procura de captar las simpatías de los ciudadanos, a más de dos meses para los comicios municipales de febrero.
Aunque se detenga el movimiento sectorial de los partidos con recorridos y marchas, los mismos se desplazan entre sus allegados para distribuir algunos favores de manera directa.
Desde enero
El alboroto se agudizará desde los primeros días de enero, inclusive hasta al margen de la Ley de Partidos, como ocurre actualmente, mediante vallas y otra propaganda no importa las observaciones de la Junta Central Electoral.
Quejas sociales
El país está de lleno en el proselitismo partidario, pero en los barrios de la capital y del interior persisten las mismas quejas de siempre sobre interrupciones en el servicio eléctrico, la falta de agua potable y deficiencias en la cobertura de la enseñanza y la salud.
Son los mismos problemas de siempre, pero que al paso del actual periodo gubernamental no se vislumbran soluciones a corto y largo plazo, sin una priorización en las inversiones recogidas en el Presupuesto de 2020. La verdad es clara: el país está en política y los candidatos deben buscar votos y apoyo.
