La voluntad de cambio, y algo más

La voluntad de cambio, y algo más

La voluntad de cambio, y algo más

Rafael Chaljub Mejìa

Hay indicios y evidencias de que crece en la población el sentimiento de hastío por la larga permanencia en el poder del grupo político que lo controla por casi veinte años.

Y luce que cada vez más, ese sentimiento se transforma en simpatías hacia el doctor Luis Abinader, candidato colocado puntero por todas las encuestas.

Las capas medias urbanas, base social por excelencia del peledeísmo en otros tiempos, hoy dan señales inequívocas de desafección y de que madura en ellas el fermento de la rebeldía cívica hacia el gobierno. Lo que se manifestó en la Marcha Verde ahora tiende a convertirse en intención de voto antigobiernista.

En un país de pequeña burguesía y clase media, esta inclinación tiene una enorme importancia.

Así, se va conformando una voluntad nacional de cambio contra la cual a cualquier partido de gobierno le resulta difícil prevalecer y sin la cual ningún candidato opositor puede salir triunfante en coyunturas históricas como la presente.

Entonces, de eso se trata y Abinader y sus estrategas sabrán tomarlo seriamente en cuenta. Incluso, la voluntad nacional de cambio puede crearse y si el liderazgo opositor no corresponde a golpe de inteligencia, audacia, habilidad política y capacidad de maniobra, esa voluntad puede quedarse trunca y la oportunidad perderse.

Se avanza pero falta mucho por hacer. Con las capas medias urbanas no basta por sí solas, porque la fuerza del oficialismo no puede ser menospreciada. Estamos ante un sector político capaz, con inmensidad de recursos, con agallas de sobra para usarlos y, aunque el triunfalismo de algunos no le permita admitirlo, con un respaldo electoral considerable en los campos y los barrios más depauperados.

Precisamente allí donde la presión y el clientelismo desbordados hacen sus efectos y es más difícil cerrar las brechas a las malas artes que desde ya se vienen denunciando.

Ningún grupo político aferrado al control del Estado, pierde el poder por puntos, sino por knockout. Hay que ensanchar esa voluntad nacional de que hemos hablado, acumular un caudal electoral mucho mayor, forjar una conciencia ciudadana y organizar las medidas preventivas correspondientes, contra las cuales se estrellen las presiones, el soborno y el fraude.

Por eso es tan candente el desafío de la oposición, de su principal candidato y de todos quienes nos inscribimos en la aspiración de poner fin a lo existente y cambiar para mejor.



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