La violencia que mata

La violencia que mata

La violencia que mata

Mucho se habla del peso de la cultura —en el sentido de pautas o forma de vida en una comunidad— en el comportamiento de los pueblos y de los individuos que los componen. Se trata de modelos de arraigo tan profundo, que son necesarios imposiciones y tiempo para cambiarlos.

En este plano, el de la cultura básica, no de la que se adquiere con educación formal y contacto con las bellas artes y las humanidades, deben de caer algunos comportamientos indeseados en la población dominicana, como el de la violencia.

Esto a propósito de una información dada por el ministro de Salud Pública, Daniel Rivera, al ser entrevistado el pasado miércoles en el Almuerzo Semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio.

Dijo el alto funcionario que en un centro de llamadas para personas con dificultades, habilitado recientemente como parte del Centro de Contactos Cuida tu Salud Mental, han hallado dos pautas del comportamiento que pueden ser interesantes.

Una, en miles de llamadas de personas afectadas mentalmente desde mediados de marzo pasado, cuando fue instalado el referido centro, todas son de mujeres. Otra, los hombre no llaman.

Al ministro le habían preguntado si comportamientos de violencia homicida como el que tuvo lugar esta semana en Bonao era un asunto de salud pública y dijo que las mujeres hablan, se desahogan, cuentan sus dificultades o conflictos y esto permite atención y ayuda; los hombres, en cambio, callan.

Callar y contar con una vía interior para compensar o valorar no le hace daño a nadie. Callar y volverse violento, sí.
Desde el punto de vista de la salud mental, tratar estas conductas acaso sea facultad de siquiatras y sicólogos, pero para que esto ocurra debe haber alguien que busque este tipo de atención.

Si nos hallamos ante una pauta cultural, el Estado tiene que aplicar una política educativa, porque hasta ahora, como parte de la política criminal, ha sido un fiasco y también lo será como política de salud.



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