Marginalidad, racismo, brutalidad policial y migración son palabras indispensables en cualquier análisis completo sobre la situación de violencia desatada en Francia tras la muerte de un adolescente por parte de agentes policiales.

Francia ha sido históricamente una nación colonialista con dificultades para integrar a plenitud sus súbditos no galos. En la actualidad sigue siendo así, lo que ha generado una serie de conflictos que tienen su origen en lo que señalamos al principio.

La violencia de ahora se expande con más rapidez debido a la incidencia que han ganado los grupos políticos extremistas, los cuales han mostrado un gran crecimiento electoral.

Las actuales manifestaciones tienen un gran matiz al sentimiento de “tierra arrasada” que no es extraño en los movimientos sociales franceses y que han sido copiados por sus antiguas colonias y ahora por sus inmigrantes.

Preocupa que esas manifestaciones que hoy vive Francia se expandan por otros países de Europa que viven situaciones sociales similares.

La violencia social suele ser altamente contagiosa.

Le corresponde a la sociedad francesa evaluar la marginalidad inducida para que se mantengan en las periferias inmigrantes de cultura o religión distinta a la tradicional gala, aplacar las innegables manifestaciones de racismo y lograr la integración social de aquella inmigración que la propia Francia ha promovido.

Las manifestaciones actuales podrán aplacarse, pero si no se abordan las causantes volverán a surgir.