Muchos de los actos violentos que se han registrado en los últimos días se deben a problemas entre grupos de narcotraficantes.
Otros también están vinculados a luchas por el control de un mercado interno de narcóticos que se hace más complicado por el encarecimiento y escasez de las drogas.
Ya lo habíamos advertido en el pasado. Señalábamos que debíamos prepararnos para la violencia generada por el reordenamiento del liderazgo de esos grupos del crimen organizado, ya que varios de los actuales cabecillas están detenidos y empiezan a perder influencias.
Los grupos de narcotraficantes, como toda la actividad del crimen organizado, tienen una especie de código negro ya que muchas de sus disputas las dirimen a tiros, pues por la ilegalidad de sus actividades tratan de ganar espacio con el uso de la violencia.
Hacía días que también habíamos advertido que los grandes decomisos de drogas finalmente traerían enfrentamientos entre los narcos por sospechas de delaciones o de tumbes, como ellos suelen llamarlos.
Agencias de seguridad de Estados Unidos están conscientes del fenómeno y han reaccionando dando respaldo a sus pares dominicanos. Hacen bastante bien porque la mejor manera de enfrentar al crimen transnacional es con la colaboración transnacional.
Las autoridades dominicanas tienen la obligación de prepararse para el impacto de esas purgas entre narcos, que parecen inevitables a partir de su conducta tradicional, y que la población quede protegida de la violencia propia de esos grupos.
