La vida no depende de tener muchas cosas, sino a Dios

La vida no depende de tener muchas cosas, sino a Dios

La vida no depende de tener muchas cosas, sino a Dios

Había un hombre rico, cuyas tierras dieron una gran cosecha.

El rico se puso a pensar: “¿Qué haré? No tengo dónde guardar mi cosecha”. Y se dijo: “Ya sé lo que voy a hacer. Derribaré mis graneros y levantaré otros más grandes, para guardar en ellos toda mi cosecha y todo lo que tengo.

Luego me diré: Amigo, tienes muchas cosas guardadas para muchos años; descansa, come, bebe, goza de la vida”.
Pero Dios le dijo: “Necio, esta misma noche perderás la vida, y lo que tienes guardado, ¿para quién será?”.

Tremenda sorpresa, decepción y desesperación le habrá entrado a este hombre rico, descrito en una parábola publicada en el libro bíblico de Lucas 12:13-21, cuando se enteró que moriría el mismo día en el que se sentía tan seguro y tan pleno materialmente como para vivir toda su vida tranquilo.

“Así le pasa al hombre que amontona riquezas para sí, pero es pobre en Dios”, concluye Lucas en su versículo 21, dejándonos una enseñanza y una advertencia sobre lo que podría pasarles a las personas que están tan centrados en ellos mismos que no se acuerdan de Dios.

En la parábola citada, el evangelista habla de riquezas materiales, pero bien podría aplicarse en la actualidad a esas otras prioridades o actividades que encamina una parte de la humanidad a centrarse en la búsqueda de su satisfacción personal y sus compromisos cotidianos, dejando de lado su relación con el creador.

Y es que hoy día las muchas teorías filosóficas que intentan alejar al ser humano de un Dios infinito, a quien debemos rendir cuenta y adoración, solo buscan resaltar la supremacía y su plenitud alejados de un Ser Superior.

Pero Lucas nos advierte de cuidarnos de toda avaricia, “porque la vida no depende del poseer muchas cosas”, sino de contar con Dios, porque sin él no somos nada ( Juan 15:5).

La vida del que escucha la palabra de Dios y no hace lo que él dice pasa a ser como una persona que construyó su casa en la tierra sin fundamento; que cuando el río creció y dio con fuerza contra ella, se derrumbó y quedó completamente destruida (Lucas 6:46-49).

“Si Dios no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican”, afirma Salmos 127:1.
Lo que intento explicar es: ¿de qué te vale esforzarte trabajando tanto y acumulando cosas si al final vas a perder la paz con Dios y tu alma?

A Dios no le importa lo que tienes o no tienes, lo que le importa es para quién vivimos.



Senabri Silvestre

Editora de Nacionales del Periódico El DÍA, amante de Dios y de mi familia.

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