- Publicidad -

- Publicidad -

La vida en Haití va de mal en peor a un año del magnicidio de Jovenel Moïse

PUERTO PRÍNCIPE.- Ha pasado un año desde que el presidente de Haití, Jovenel Moïse, fue asesinado en su residencia privada, donde se suponía que un equipo de seguridad de élite le protegía. No sólo las autoridades no han identificado y detenido a todos los los que idearon y financiaron el asesinato, sino que el país está en caída libre, con la violencia disparada y la economía en ruinas.

Muchos han huido en el último año, en peligrosas travesías en embarcaciones endebles con cientos de personas hacinadas que han ido llegando a las costas de países cercanos. Prefieren enfrentarse al riesgo de morir en el mar a pasar hambre y temer por sus vidas en casa, como hacen muchos de los que se quedaron atrás.

“Cada día es una lucha. Es una lucha por mantenerse con vida. Una lucha por comer. Una lucha por sobrevivir”, dijo Hector Duval, un fontanero que ahora maneja un mototaxi para ganar dinero, ahora que los haitianos tienen miedo de subir a los lentos autobuses y correr el riesgo de ser asesinados por pandillas enfrentadas.

Desde que Moïse murió baleado el pasado 7 de julio en su casa cerca de la capital, Puerto Príncipe, los asesinatos se han disparado y miles de familias se han visto expulsadas de sus casas por pandillas que compiten por el territorio. Un gobierno sobrepasado intenta perseguir a las pandillas y reducir el pico de secuestros asociado a estos grupos delictivos.

Etiquetas

Artículos Relacionados