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La Unión Europea elegirá un nuevo presidente y un jefe de política exterior, sólo que no les dará ningún poder.
El debate por los sucesores del belga Herman Van Rompuy como presidente y la británica Catherine Ashton como jefa diplomática se ha centrado menos en lo que la UE -acosada por las dificultades económicas y los conflictos en sus fronteras- quiere lograr que en la enredada política interna del bloque de 28 países.
Los europeos del este piensan que, después de diez años en la UE merecen un alto cargo; los socialistas opinan que, con un conservador al mando de la Comisión Europea, la próxima canonjía debería ser para ellos.