La Trampa de la Sentencia

La Trampa de la Sentencia

La Trampa de la Sentencia

Frederich E. Bergés

En el mundo de la contabilidad y finanzas, hay dos maneras básicas de valorizar una cartera de inversiones de carácter monetario.

El primero es el costo histórico de adquisición de la inversión, o sea el valor por el cual originalmente se realizó dicha inversión.

El segundo es método denominado “mark to market (MtM)” que podría traducirse del inglés como registro de la valorización del mercado.

El sistema MtM requiere que las inversiones sean valorizadas diariamente al precio justo del mercado de dichos valores con la intención de reflejar una estimación real de su coste. Aunque es un concepto viejo en las finanzas, tomó mucha relevancia a partir de la quiebra de la empresa energética Enron.

Forma parte de los Principios Contables Generalmente Aceptados bajo los cuales se requiere la preparación de los estados financieros de empresas y personas.

Esta larga y compleja explicación es necesaria frente a la sentencia reciente del Tribunal Superior Administrativo (TSA) que, en respuesta a un reclamo absurdo y populista, ordena la devolución de unos 8,500 millones de pesos a las cuentas de los afiliados al sistema de pensiones de capitalización individual. Obviamente los jueces del TSA no tuvieron en consideración el significado de la variación del valor de la cartera de inversiones de las Administradoras de Fondos de Pensiones.

Si la cartera de inversiones se liquidara, o sea convertida en efectivo en el día de hoy, dicho valor por el método del MtM será aplicable.

Sin embargo, visto el carácter de largo plazo de las inversiones para cubrir el pago de futuras pensiones, este método no tiene impacto real inmediato en la cartera de inversión individualizada de cada afiliado.
Llama la atención el desempeño favorable histórico por casi 20 años del MtM, y con solo un mes negativo, se ha aprovechado el desconocimiento técnico para tan absurda decisión.

Desafortunadamente, la sentencia parece ser una respuesta a reclamos mal intencionados de detractores del sistema, más interesados en su destrucción que en la provisión de mejoras que aseguren en el futuro más cobertura y mejores pensiones.



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