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La traición de las nubes a sus hijos saharauis

Campo de refugiados de Auserd (Argelia).- Pasada la ciudad argelina de Tinduf, cientos de kilómetros de surcos arañan las arenas fangosas y achocolatadas del Sahara como feroces azotes del único látigo que teme el desierto, la lluvia torrencial.

Grietas que se tornan más amargas y profundas cuando se cruza lo que apenas unas semanas atrás era el umbral de un precario hogar de adobe, construido durante cuarenta años de lucha, esperanza y desplazamiento forzado.

“El cielo se abrió sobre nosotros y el agua cayó por sorpresa como cuando se vacía un gran balde. Había comenzado a llover por la tarde pero nadie imaginó lo que ocurriría durante la noche.

El agua golpeaba sobre los techos (de metal) y nadie se atrevía a salir”, explica a Efe Baida.

De su casa -situada en el distrito de Agüeinit, uno de los cinco que componen el campo de refugiados saharaui de Auserd (Argelia)- quedan dos muros en pie, el tercero está parcialmente derruido y el último ha desaparecido bajo las planchas de metal que servían de tejado.

Aunque habitan en el desierto, los saharauis se consideran a si mismo como "hijos de las nubes".

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EFE

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