*Por J. Alexander Pérez
El asesinato del presidente de Haití Jovenel Moise hunde aún mas la precaria situación de vida del pueblo haitiano, y obliga a la comunidad internacional a retomar su control por medio de una fuerza militar internacional.
La situación económica, social y política de ese país ha seguido en franco deterioro, es una especie de laberinto sin salida que arrastra a ese desgraciado y pobre pueblo a una tragedia humana, solo comparable con la situación que viven algunas de las naciones del cuerno del África, y que se agrava con el asesinato del presidente Jovenel Moise.
Nuestros vecinos conviven y se baten entre los problemas estructurales que acentúan la pobreza como el analfabetismo, insalubridad, hacinamiento, desnutrición, inseguridad, desorden institucional, ausencia de convivencia pacífica; una clase política intolerante; empresarios que viven en Miami o de este lado de la isla y solo van allá a trazar líneas en sus negocios e ignorancia de una comunidad internacional que le ha prometido de todo.
Este pueblo del que estamos hablando fue el mismo que en 1804 abolió la esclavitud y declaró su independencia. Pero el mismo que se dejó arrastrar por el odio y pegó fuego a todos los bienes de producción de los blancos, como trapiches, siembras, ganados, etc.
Parece mentiras, pero este lado de la isla durante 22 años fue su provincia, que gracias a la gesta patriótica de Los Trinitarios hoy estamos separados en términos institucionales, culturales y políticos, pero amarrados eternamente en territorio, dependencia en comercio, salubridad, educación, tecnología y otros.
Desde la caída de la dinastía de los Duvalier hace 35 años, Haití es el país de la región que más gobiernos ha tenido en menos tiempo, desde el 1986 hasta nuestros días más de 20 gobernantes se han sucedido en el poder, pero solo han concluido sus mandato en forma plena René García Preval y Michelle Martelly. El caso del asesinado presidente Jovenel Moïse tuvo que sortear una delicada situación, porque apenas fue elegido con unos 600.000 votos cuando esa nación cuenta con más de 11 millones de habitantes.
El pueblo más pobre del continente se ha convertido en un volcán en erupción, con una agitación política que supera los 462 °C de calor del planeta Venus, que obligó al gobernante a denunciar un intento de golpe de estado y ordenar el apresamiento de unos 23 líderes de la oposición, incluyendo un miembro de la Suprema Corte de Justicia, que sería el señalado para sucederle.
Frente a esta situación Moise pende de un hilo muy delgado que ata la ONU, OEA, Estados Unidos, Francia, Canadá, España y otras instancias internacionales, a los fines de evitar mas convulsiones políticas en esta caliente región de El Caribe.
La fuente del conflicto es que la oposición (muy corrupta y que aporta muy poco) alega que la gestión de Moise vencía en este año, y este sostuvo que concluiría en el 2022, y promovió una reforma constitucional que permitiría la reelección de los presidentes, (aunque no le favorecería); también elimina el senado y la figura del primer ministro.
Los políticos haitianos agotan sus energías en una eterna lucha de poder que les resta tiempo para afrontar las necesidades mas sentida de esa sociedad, que siempre se ha batido entre el desorden y la inestabilidad, pero en estos últimos años está bajo la vigilancia de Estados Unidos por la cantidad de armas en manos de civiles, el tráfico de drogas y cerca de 80 bandas criminales que se dedican al robo, la extorsión, secuestros, que las ha convertido en más poderosas que el estado mismo.
A pesar de los US$11,000 millones que ofreció la comunidad internacional para afrontar una ciudad en ruinas, convertida en escombros; infraestructura destruida por los daños dejados por el poderoso terremoto que en el 2010 sacudió a ese país.
La República Dominicana a pesar de los limitados recursos con que debe atender sus necesidades, fue la primera en llegar a Puerto Príncipe, no con promesas futuras, sino con los comedores móviles para repartir comidas a los necesitados; maquinarias pesadas como retroexcavadoras, palas, tractores, camiones, todo pagado con el sudor de este pueblo.
Los ministerios de servicios de este lado de la isla, incluyendo Obras Públicas, todos volcaron sus equipos de trabajo a salvar vidas y propiedades en Haití, y se le construyó una universidad en su territorio; aún así, un sector de la prensa europea le maltrató acusándole de haber reaccionado con indolencia ante la tragedia.
Mas de un millón de haitiano viven, trabajan y también estudian en el país, y envían remesas a sus familiares allá.
Frente a esta realidad un segmento de la comunidad internacional no le quita el dedo acusador a la República Dominicana acusándole de xenófoba, que maltrata a los inmigrantes, y de muchas tantas cosas, que le ha merecido sentarse en el banquillo de los acusados en varias ocasiones.
De cara a esta iniquidad, los gobiernos que se han sucedido en Haití nunca han tenido un gesto de gratitud hacia la buena voluntad del pueblo dominicano. Por el contrario, torpedean la actividad comercial; una vez trataron de asesinar al ex presidente Leonel Fernández, durante una visita que giró a ese país; han incendiado varias patanas que han cruzado la frontera a llevar mercancías; de manera reiterada se han sumado al coro de voces que nos acusa en foros internacionales.
Es evidente que no han entendido que sí, el Masacre se pasa a Pié: de aquí para allá a llevar; de allá para acá a buscar.
@alexandrperez