Hace muchos años que las reglas básicas de la democracia son irrespetadas por el régimen que gobierna Venezuela, pero ahora pasa a una etapa superior al desconocer abiertamente un resultado electoral que le fue adverso y desconocer la voluntad popular.
A partir del 10 de enero en Venezuela se instaura un régimen de fuerza, una dictadura.
Resulta ridículo escuchar a líderes y mandatarios de la región justificando su indiferencia ante la ruptura del orden democrático de Venezuela utilizando el argumento de la “libre determinación de los pueblos”.
La determinación clara del pueblo Venezolano se expresó en las urnas con un resultado adverso al régimen que encabezan Nicolás Maduro y su cómplice Diosdado Cabello.
Los venezolanos decidieron en las urnas que querían un gobierno distinto.
El régimen de Maduro ha desconocido la voluntad de los venezolanos y se robó las elecciones ante la cara de todo el mundo.
No vemos ningún apresto serio que pueda impedir la perpetración de un régimen ilegítimo y usurpado en Venezuela, lo que inevitablemente se convertirá en otro mal ejemplo para la salud democrática del Continente.
Muchas de las cosas que se han hecho en Venezuela se hicieron primero en Nicaragua, lo que demuestra que la indiferencia permite la expansión de las malas prácticas.
Nicolás Maduro tiene la determinación de instaurar una dictadura en Venezuela a partir del 10 de noviembre que no saldrá de las urnas, sino como salen los dictadores.