En el pasado torneo electoral, la corrupción volvió a ser tema principal de debate y todo indica que para mayo próximo lo será nuevamente.
Será así porque la sociedad en su conjunto ha asumido el tema, reconociendo la importancia que tiene para todos, que los recursos del Estado se inviertan apropiadamente.
Por consiguiente, la población espera que no solo se mantenga la intensidad en la lucha anticorrupción, sino que se profundice. En ese contexto, es importante que conozcamos algunos de los recursos disponibles para hacer más eficiente el combate a la corrupción. Uno de los que tiene mayor ámbito de aplicabilidad es la tecnología.
La tecnología emerge como un aliado en la obtención de transparencia y rendición de cuentas. En un mundo donde los recursos públicos son vulnerables al mal uso y la manipulación, las herramientas tecnológicas pueden ofrecer instrumentos para obtener soluciones innovadoras a fin de alertar, prevenir, y combatir este flagelo que socava la integridad de las instituciones gubernamentales.
La principal dificultad en identificar y probar actos de corrupción es la falta de visibilidad pública de los procesos, y la trazabilidad en el uso de los fondos públicos desviados hacia manos equivocadas.
Aquí es donde la tecnología puede jugar un papel importante al proporcionar sistemas de gestión financiera transparentes y auditables.
Plataformas digitales que registran cada transacción, desde la asignación inicial hasta el desembolso final, apoyan a una mayor transparencia y dificultan la manipulación de los recursos. Prueba de ello es la hasta ahora exitosa implementación del Sistema de Información de la Gestión Financiera (SIGEF), cuya extensión y profundización es harto necesaria.
Los avances en análisis de datos y minería de textos están revolucionando la detección de prácticas corruptas. Mediante algoritmos sofisticados, es posible identificar patrones sospechosos en grandes volúmenes de datos, como contratos gubernamentales o declaraciones juradas y financieras. Estas herramientas permiten a las autoridades identificar rápidamente anomalías y desviaciones que podrían indicar potenciales actos de corrupción, facilitando así una acción preventiva y rápida.
Otro instrumento es la tecnología blockchain, conocida principalmente por ser el fundamento detrás de las criptomonedas.
Esta tecnología tiene un potencial importante en la lucha contra la corrupción por su característica de inmutabilidad y descentralización que la convierte en una herramienta ideal para garantizar la integridad de los registros y evitar la manipulación de datos.
Los registros inalterables y transparentes que proporciona blockchain pueden utilizarse para rastrear cada transacción, desde la financiación de proyectos hasta la distribución de ayuda en los programas sociales, asegurando que los recursos lleguen a su destino previsto sin intermediarios.
Además de prevenir y detectar la corrupción, la tecnología también puede promover la participación ciudadana y la supervisión de las actividades gubernamentales.
Plataformas digitales que permiten a los ciudadanos denunciar actos de corrupción de manera anónima y segura, fomentan una cultura de rendición de cuentas y empoderan a la sociedad civil para que puedan ser guardianes activos contra la corrupción. Del mismo modo, la disponibilidad de datos abiertos, simples y accesibles permite a los ciudadanos monitorear el uso de los fondos públicos y exigir transparencia a las autoridades.
Es creciente el número de naciones que han asumido el uso de las TIC’s para enfrentar el problema.
Es importante tener claro que la tecnología no es una solución en sí misma.
*Por Enrique Muñoz González