
Recién salió del país la misión técnica del Fondo Monetario Internacional (FMI) que visitó el país en cumplimento de lo dispuesto en el artículo IV de su Convenio Constitutivo y del cual somos miembros.
El propósito fundamental de la visita era pasar revista al comportamiento de nuestra economía y realizar las recomendaciones de lugar a las instancias ejecutivas de esa institución.
Para el logro de sus objetivos, la misión técnica se reunió con diversas instancias gubernamentales y empresariales. Las reuniones principales fueron con el Banco Central y el Ministerio de Hacienda, que, en esta ocasión, parece recibieron a los técnicos extranjeros de manera conjunta.
Al finalizar la misión, el FMI emitió una declaración la cual fue ampliamente difundida por las acostumbradas páginas pagadas que publica el Banco Central en la prensa nacional, que siempre pudo haber sido por una nota de prensa.
La declaración del FMI parece se concentró en el desempeño económico de las últimas dos décadas, la incertidumbre mundial, una política fiscal más equilibrada y las reformas necesarias para el sector eléctrico.
No obstante, nada dijo acerca de los siete pecados capitales de la economía dominicana, o al menos fueron comentados de manera demasiado “light”, o no lo suficiente firmes como para provocar reacciones activas.
En el pasado la realidad dominicana hubiera merecido una nota más severa y exigente. Sin embargo, parece que el actual ambiente de inestabilidad política en la región, encabezado por las tensiones entre Venezuela y Guyana, y el giro hacia la izquierda populista de Colombia permiten que nuestra economía aparente ser un faro de luz entre esas nubes negras.
Ojalá que esa falta de creatividad de parte del FMI nos permita el tiempo suficiente para nosotros corregir por nuestra propia cuenta los pecados económicos que nos aquejan sin que venga un confesor a exigirnos una mayor penitencia de la que podamos cumplir.