La solución podría ser ¿una cuña de su propio palo?

La solución podría ser ¿una cuña de su propio palo?

La solución podría ser ¿una cuña de su propio palo?

Porque: “De nada vale el conocimiento, si no

nos cambia el comportamiento”

 

Si el dinero y el poder te hacen

arrogante, la enfermedad y la muerte,

te mostrarán que no eres

nada en esta tierra.

Gandhi.

En realidad, hoy no estoy por continuar con la misma cantaleta sobre el tema del deshumanizado comportamiento de la gran mayoría de los políticos-funcionarios. Me parece como algo absurdo estar diciendo lo mismo aún y se cambien las palabras, sin obtener reacción alguna de estos señores, es decir, que continúan impertérritos con sus acciones cuestionables, ya que siempre existe la sospecha de que algo ocultan detrás de alguna ley y más, cuando se trata de beneficiar supuestamente a los más desposeídos. Y es que, en algunos corrillos, se dice, que no hay proyecto de ley para producir dinero, de una u otra forma o manera, que no “cueste” dinero. Humnn, como que no entiendo bien o, será que querrán decir; ¿Qué no tenga patrocinador?

Pero, a pesar de esto, no duden que trato de no continuar hablando sobre “ellos” ya que sería pretender vivir sin respirar. De todas maneras, no hay que esperar que lleguemos al desastre para ponerle un poco de freno a estos señores, que más bien, parecen -en su accionar-, ser señores feudales. Es la única explicación que me viene a la mente para describir la situación, por ejemplo: ¿vieron al “honorable” farandulero amenazar con castigar a un coronel policial? Es aquí, con situaciones sencillas como esta, donde se da aquiescencia a los refranes, como decir que “el poder aloca” o que “si quieres saber quién es mundito, dale un mandito” y, sobre todo, aún y parezca raro, utilizar, como ariete para cambiar el rumbo en el desempeño de estos funcionarios públicos que se consideran caciques y sin romper el orden establecido, que utilizar el refrán aquel que reza: “No hay peor cuña, que la del propio palo”.

Si, que uno de ellos mismos sea quien les hinque las espuelas, porque entre estos “honorables”, el populismo político y la agonía de la institucionalidad van de la mano. Son, por lo general, personas ambiciosas, avaras, sin otra aspiración que no sea la avaricia y la soberbia. Cada día muestran un desprecio absoluto para con sus reales obligaciones. Auto gratificación sin pudor alguno es lo que a diario manifiestan, o acaso no es esto lo que hicieron algunos “honorables” que ante la llamada a legislar por medio de un decreto presidencial con la finalidad de conocer importantes proyectos de ley llamados a regularizar algunos entuertos, donde muchos tienen que ver con el manejo de muchos miles de millones de pesos, no solo en estos momentos, sino, de por vida, estos “representantes”, se van a España a una actividad muy distanciada de sus obligaciones, donde hasta usurpan las funciones del Cuerpo Diplomático pero, nada pasa, ya que ellos están por encima de cualquier régimen de consecuencia.

Pero no voy a hablar de estos políticos, ya estamos más que hartos de ellos. Mejor concentremos en lo que está pasando en otros países muy cercanos a nosotros, donde engendros similares a estos, tienen a la democracia en cuidado intensivo, donde al final, no se dan cuenta, que también tendrán que pagar el funeral de esta.

Estos políticos son especialistas en hacerse partícipe de cosas que nada tienen que ver con sus funciones, pero, sin embargo, en casos puntuales que tienen que ver con el presente y futuro de nuestro país, no dicen siquiera esta boca es mía. Porque que decir sobre la atrocidad que cometen desde hace tiempo los profesores que abandonan las aulas para cuestiones propias o de su famoso sindicato, que solo, al igual que los médicos, se preocupan por sus propios intereses, constituyendo estos -solo como ejemplos- son los dos sindicatos que mas han desvirtuado su función y por ende la de sus afiliados, en tanto, nuestras voces, que se suponen quienes deben preocuparse por el interés del pueblo, es decir, los “honorables”, permanecen mutis. Pero no voy a hablar de “ellos” porque me hastían y ya dije que no iba a hablar sobre esos “honorables todos”. ¡Sí señor”



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