El Gobierno dominicano debe tener bien claro que nuestra solidaridad es con el pueblo venezolano y no con un gobierno que se burla de la voluntad popular expresada en las urnas y que auspicia un auténtico golpe de Estado contra uno de los poderes públicos, como es la Asamblea Nacional de esa nación suramericana.
El presidente Nicolás Maduro se ha burlado de la institucionalidad democrática suspendiendo de manera autoritaria unas elecciones para gobernadores y alcaldes que sabe perdidas, pues ha perdido el respaldo de la mayoría de los venezolanos.
Ese señor, amparándose de un Tribunal Supremo de Justicia que se ha prestado para despojar de sus atribuciones a la Asamblea Nacional, ha dado un verdadero golpe de Estado.
Mal haría el Gobierno dominicano en creerse que la solidaridad del pueblo que representa es contra una persona que ha decidido burlarse de la voluntad de la mayoría de los venezolanos.
La República Dominicana tiene el deber moral de colocarse al lado de los países que reclaman la instauración de la democracia en Venezuela y de repudiar a todo pulmón las numerosas prácticas despóticas de Nicolás Maduro.
No se puede andar con paños tibios ante lo que ocurre en Venezuela, pues ese país fue de los primeros que se colocó al lado del pueblo dominicano cuando aquí se quiso pisotear la democracia.
Para reciprocar hay que repudiar lo que ocurre en Venezuela.